El colonialismo. La expansión europea

En el s. XIX se manifiesta el comienzo de un nuevo espíritu colonial que afecta principalmente a África y a Asia, en cuyos continentes crearán Inglaterra y Francia dos vastos imperios.

El colonialismo. La expansión europea

La civilización industrial y burguesa de la Europa del siglo XIX tuvo una amplia proyección ultramarina. Esta expansión, distinta a la oleada colonizadora de los siglos XVI y XVII, revestirá formas coloniales e imperialistas y correrá a cargo de las naciones europeas con más sólidas estructuras sociales y económicas como Inglaterra y Francia. Las civilizaciones tradicionales de África y Asia se verán afectadas de formas diversas por la propagación europea: el islam tardará en despertar de su letargo; la India y China verán perturbadas sus estructuras históricas sin beneficio alguno; Japón sabrá encontrar una síntesis entre sus valores tradicionales y la civilización europea para convertirse en la gran potencia asiática.

EL COLONIALISMO
1.Condiciones para su desarrollo
El colonialismo no es un fenómeno exclusivo del s. XIX y de Europa. No obstante, actualmente se reserva este concepto para las relaciones de dominio entre los países europeos y los afroasiáticos, que se institucionalizaron en dicho siglo bajo la forma de nuevas unidades políticas (colonias, protectorados, condominios, etcétera). Este nuevo colonialismo se debe a factores muy variados:

La exploración del interior de África precedió al colonialismo: encuentro de Henry Morton, famoso por sus expediciones y Livingstone, desaparecido sin rastro durante años.Las causas políticas tuvieron gran importancia en el comienzo de esta colonización. Muchos países, sin problemas de identidad nacional, buscan un prestigio político, ampliando su dominio en las áreas menos civilizadas de África y Asia, demostrando que pueden convertirse en potencias de orden mundial. Controlando zonas geográficas estratégicas en el planeta se garantiza asimismo la seguridad de las naciones colonizadoras.

Los factores económicos no pesaron hasta más adelante. Inicialmente las colonias fueron una carga, provocando una fuerte sangría del presupuesto de los Estados y grandes inversiones, y su creación tropezó con serias oposiciones en el seno de las potencias coloniales. Pero a finales de siglo, las perspectivas cambian y se ve a las nuevas posesiones como una fuente de materias primas, un área de inversión de capitales, o un mercado para la venta de los productos manufacturados de la metrópoli, que alivian así sus excedentes de producción.

En el campo social, las colonias son una válvula de escape para la presión demográfica porque, al facilitarse la emigración a ellas, disminuyen las dificultades comunitarias que podrían derivarse del aumento de la población.

Monumento al médico, explorador y misionero británico David Livingstone (1813-1873) en las cataratas Victoria, Zimbabue.Los motivos ideológicos no tuvieron la relevancia que los anteriores, pero proporcionaron razones morales al Estado para justificar, ante la opinión pública, la ocupación colonial. En los países europeos estaba muy difundida la idea de la superioridad de la raza blanca y su misión civilizadora ante las etnias consideradas como inferiores. Las órdenes misioneras vieron en la expansión colonial una ocasión para extender su acción evangélica. La curiosidad científica y la creación de las sociedades geográficas que, con su aureola romántica, dispuestas a ensanchar horizontes y comunicar pueblos y culturas financiaron a los más famosos exploradores, es un elemento más a considerar.

2.La expansión colonial
El Káiser en la conmemoración de la batalla de Leipzig.El colonialismo del siglo XIX tendrá dos protagonistas, Inglaterra y Francia. El resto de los países serán, o meros subsidiarios (Portugal, España o Bélgica) o tardíos competidores (Alemania e Italia).

Inglaterra crea un vasto imperio colonial, en parte heredado de siglos anteriores. Unas son colonias de posición, destinadas al abastecimiento de sus barcos, como Gibraltar, Malta o El Cabo. Otras son colonias de explotación, como la India o las posesiones africanas. Finalmente, las viejas colonias de poblamiento (Canadá, Australia o Nueva Zelanda) reciben nuevo impulso y se convierten a finales de siglo en dominios o Estados autónomos, similares a la metrópoli. En las colonias de explotación, Inglaterra se preocupa más de su rendimiento económico que de la asimilación o supresión de las culturas autóctonas.

Francia aseguró por la fuerza su dominio en África del Norte.Francia crea en el siglo XIX un nuevo imperio colonial, con extensos dominios en África, y fomenta la instalación de colonos europeos, pero en su imperio predominan las colonias de explotación. Al contrario que Inglaterra, pretendió la asimilación de los indígenas a la cultura francesa.

El colonialismo será un componente de inestabilidad en las relaciones internacionales. La Conferencia de Berlín de 1885, convocada por Francia y el Reino Unido y organizada por el canciller de Alemania, Otto von Bismarck, con el fin de solventar los problemas que implicaba la expansión colonial en el continente negro, acordó el reparto de África entre los países europeos signatarios.

Francia e Inglaterra se repartieron la mayoría de las áreas coloniales ocupadas en el siglo XIX.

Dicha distribución no suprimió los conflictos que se pretendían solucionar sino que hizo que estos se agravaran en forma lenta pero continua, provocando tensiones territoriales, políticas y económicas entre las principales potencias de Europa. El colonialismo ya no es una empresa aislada de algunos países europeos, sino una competencia imperialista que desembocará en el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914.

Un elemento importante que se pactó en dicha conferencia fue reconocer como regla de Derecho internacional el principio de uti possidetis iure (principio de ocupación efectiva), en tanto que para que un Estado europeo reclamase derechos de soberanía sobre un territorio africano debía de establecer previamente una real posesión sobre este. Para acreditar este dominio era preciso que la potencia reclamante hubiese suscrito un tratado con la población local y ejerciera actos efectivos de administración, o que hubiera establecido una ocupación militar permanente que bastase para asegurar su posesión, adquiriendo también el derecho a la explotación económica permanente. El objetivo era evitar que las naciones europeas reivindicaran derechos sobre suelo donde no tuviesen presencia alguna, lo cual generó una rivalidad desenfrenada de misiones comerciales, diplomáticas y militares enviadas con el fin de tomar a la brevedad la mayor cantidad posible de circunscripciones africanas.

Entrevista en Fachoda entre Marchand (Francia) y Kitchener (Inglaterra), dos expediciones que entraron en pugna sobre los derechos de sus respectivas naciones sobre la cuenca del Nilo.Así pues, el régimen colonial está establecido y asentado. El optimismo que fuera fuente de inspiración de aquellos hombres que crearon las sociedades geográficas había desaparecido, se había volatilizado, y pesaban más los agravios, el resentimiento y las humillaciones que la necesidad de nuevos conocimientos. Se entró en una época en la que el globo se estaba redistribuyendo entre los vencedores con nuevas fronteras coloniales. Ya no había tierras que conocer, los huecos en los mapas parecían haberse llenado y lo que quedaba era un mundo que mantener bajo sujeción.

3.Consecuencias del colonialismo
La introducción de la civilización europea afectó de maneras diversas a las culturas aborígenes. Muchos de sus aspectos negativos desaparecieron: la esclavitud, los sacrificios humanos, la antropofagia, las enfermedades epidémicas, etcétera. Se crea una nueva geografía al cambiar la configuración de las costas con la construcción de puertos y la del interior con la aparición de nuevas ciudades, nuevas vías de comunicación, nuevas estructuras agrícolas. La medicina europea implanta hospitales y vence las epidemias tradicionales, y el contacto con los blancos facilita el contagio de enfermedades desconocidas en esas latitudes. Por ello, al principio aumenta la mortalidad de los indígenas, produciéndose un estancamiento e incluso un retroceso de la demografía; no obstante, pronto disminuye la mortandad general, al tiempo que se mantiene la natalidad, lo que provoca un fuerte crecimiento de la población.

Pero también fueron sacrificados muchos valores tradicionales: el artesanado rural, el sentido comunal de las aldeas, la solidaridad tribal… Los misioneros llevan a cabo una profunda influencia en todos los campos de la vida, desde la higiene a la religión. La enseñanza, aunque difunde los conocimientos técnicos y científicos de Europa, es matizada y orientada a unas mayores posibilidades de explotación. Todo esto contribuye a que se produzca un grave proceso de aculturación indígena, con un fuerte retroceso de las lenguas, costumbres y culturas nativas.

Ahorcamiento de dos participantes en el motín de los cipayos, soldados indígenas del ejército de la Compañía Británica de las Indias Orientales (en una fotografía de Felice Beato, 1857).En un principio, la ocupación colonial sólo despertó la oposición de las minorías poderosas desplazadas (el brujo, el príncipe, el cacique, etcétera). Más tarde, la explotación económica del país, la uniformidad lingüística y las estructuras administrativas occidentales contribuyeron a crear una solidaridad entre las poblaciones, por encima de los lazos tribales. En una tercera etapa aparece una élite indígena, que ocupa cargos secundarios en la administración colonial, estudia en las universidades europeas, aprende formas occidentales y será la minoría que contribuya a la formación de una conciencia nacional. Este será ya un fenómeno tardío, propio del siglo XX. Antes, las escasas manifestaciones de este proceso como la revuelta de los cipayos en la India de 1858 serán meros protonacionalismos, precursores de la gran oleada descolonizadora posterior a 1945.

EL GRAN IMPERIALISMO
1.Concepto
La rebelión de los bóers (colonos de origen neerlandés) hizo peligrar el dominio inglés en África del Sur.El imperialismo abarca las relaciones de dominio político, económico y cultural, ejercidas por una gran potencia sobre un área determinada. Aparece con las primeras civilizaciones fluviales del Próximo Oriente. Pero los modernos historiadores denominan la época del imperialismo, o el gran imperialismo, al período comprendido entre el último tercio del siglo XIX y la Primera Guerra Mundial. Esta nueva versión del imperialismo destaca porque es fruto de la confluencia de varias fuerzas históricas (colonialismo, capitalismo y nacionalismo) y conduce a las dos más sangrientas contiendas padecidas por la humanidad a lo largo de su historia: las guerras mundiales de 1914-1918 y de 1939-1945.

2.Factores condicionantes
Lenin y los historiadores marxistas consideran al imperialismo como una etapa superior del capitalismo. A finales del siglo XIX se incrementa la concentración empresarial y financiera. La nueva Revolución Industrial exige materias primas, mercados, capitales, etc. La alta burguesía presiona sobre los gobiernos para mantener este proceso de expansión. Los marcos estatales son pronto superados y las grandes potencias se ven obligadas a intensificar sus relaciones de dominio en las colonias y en los países más débiles, para conseguir privilegios comerciales, concesiones territoriales, monopolios económicos, etc.

Inglaterra celebrando el Día del Imperio.El nacionalismo romántico de la primera mitad de siglo se ha transformado en agresivo y exclusivista. Desde la escuela se supervalorizan las virtudes propias y se considera a la patria amenazada siempre por los enemigos exteriores. Algunos historiadores explican este cambio por el anquilosamiento de la ideología liberal, que obligó a la burguesía a potenciar este nacionalismo agresivo, que ganó amplias capas sociales: nostálgicos de viejas glorias históricas; grupos nobiliarios aliados a la burguesía dominante; clases medias afectadas por las crisis capitalistas, que piden al Estado protección y seguridad, e incluso, sectores del obrerismo, que tienen ocasión de culpar al extranjero de sus males (como lo demostraría la impotencia del internacionalismo proletario al estallar la Primera Guerra Mundial).

El historiador francés Renouvin da gran importancia a la política de los gobiernos, que presiona sobre las fuerzas económicas para que con sus inversiones garanticen la expansión política. Las teorías estratégicas del almirante americano Alfred Mahan, al identificar la potencialidad de un país con su poderío naval, influyeron en la expansión de los Estados Unidos. Algunos de sus pensamientos se resumen en: “Una derrota abrumadora o una marcada inferioridad en presencia de una flota enemiga, equivale a una dislocación completa de todo el sistema de las colonias y de sus zonas de influencia, cualquiera que fuere el lugar de la citada derrota” (…) “Una potencia marítima en primer lugar promueve el comercio sobre las rutas más ventajosas; y una potencia militar siempre sigue al comercio, para ayudarlo a progresar y para protegerlo” (…) “Las guerras se ganan desde el mar, por el estrangulamiento económico del enemigo, puesto que el poder naval dominante hará desaparecer al adversario de una determinada zona marítima o le permitirá aparecer en ella como si fuera un fugitivo”. La política colonial y naval del emperador alemán Guillermo II, despertó los recelos ingleses, cuya política internacional se basó siempre en el predominio mundial de su flota. Como se ve, hay a finales del siglo XIX y a comienzos del XX una contaminación imperialista que alcanza hasta a las potencias más pequeñas, que se unen a poderosos aliados para no verse cercadas y disminuidas. El resultado de este proceso será una prodigiosa carrera de armamentos y la formación de unos sistemas de alianzas, que en situaciones conflictivas límite conducirán a la guerra.

3.Las ideologías antiimperialistas
Pese a la generalización del imperialismo, no faltaron fuerzas contrarias, que se pueden dividir en tres grupos.

Bertha von Suttner fue una pacifista y escritora austriaca. En 1905 se convirtió en la primera mujer distinguida con el Premio Nobel de la Paz.Hubo activas minorías de intelectuales pacifistas. La obra de la baronesa austriaca Bertha von Suttner, ¡Abajo las armas! (1889), que se convirtió rápidamente en un clásico del movimiento pacifista internacional y se tradujo a varios idiomas, una crítica feroz a la hipocresía de los gobiernos que utilizan a sus hombres como carne de cañón y luego hablan de heroísmo y patriotismo, provocó la convocatoria de dos estériles conferencias de desarme en 1899 y 1907, aunque de ellas saliese la creación del Tribunal Internacional de Justicia de La Haya. En los países anglosajones tuvieron gran difusión las asociaciones pacifistas, que consiguieron la reunión anual de un Congreso Universal de la Paz.

El pacifismo no consiguió evitar la I Guerra Mundial.El obrerismo internacional también se manifestó opuesto a la política imperialista y a la guerra. Pero, ni en el Congreso de Stuttgart de 1907, ni en los posteriores, lograron encontrar los medios para frenar al imperialismo. Cuando la guerra estalló, el obrero se sintió más solidario de su patria, que de la paz universal.

Tampoco las religiones, pese a sus exhortaciones a la concordia y conciliación, pusieron serios obstáculos a la competencia imperialista. La mayoría de las Iglesias estaban insertas en sus respectivos marcos nacionales, y no se salieron de ellos. La fuerza del papado era meramente espiritual y las manifestaciones pacifistas de León XIII y de Pío X cayeron completamente en el vacío.

LAS CULTURAS AFROASIÁTICAS Y LA EXPANSIÓN EUROPEA
1.El mundo musulmán
Los países de civilización musulmana constituían en el siglo XIX una extensa comunidad desde la costa atlántica de Marruecos hasta el valle del Indo y el Turquestán. La fe musulmana seguía viva a nivel de devoción popular, como lo demuestra la proliferación de cofradías y la muchedumbre de peregrinos que anualmente se dirigía a La Meca. Pero a nivel intelectual, el islam se había anquilosado por las discusiones formalistas de los ulemas (doctor en las disciplinas religiosas y jurídicas musulmanas) y había sido incapaz de incorporar los progresos del pensamiento occidental.

La economía de los países musulmanes permanecía al margen de las revoluciones económicas, que se estaban produciendo en Europa. El campo persistía en una rutina secular y en sistemas de propiedad semifeudales. La industria se reducía a un artesanado rural. El comercio, escasamente abierto a Occidente, estaba en decadencia y la piratería, más que una excepción, constituía un género de vida.

La penetración francesa en el norte de África fraccionó al mundo musulmán.En el plano político, la unidad del islam se resquebrajaba ante los nacionalismos y la expansión colonial europea. El Imperio otomano, la fuerza política más poderosa del islam, seguía siendo una colosal superestructura militar que dominaba sobre súbditos de tres religiones. En este imperio se aprecian tres fuerzas disgregadoras: los nacionalismos balcánicos, el nacionalismo religioso de los wahabitas de Arabia (defensores de la pureza del islam) y el separatismo egipcio, alentado por los occidentales. Los musulmanes del norte de África se disgregarán ante la penetración colonial francesa. Persia se verá impotente ante la influencia de los rusos en el norte y de los ingleses en el sudeste. En cuanto a las comunidades musulmanas de India y China tendrán que sufrir el doble embate de las religiones hostiles y de la acción colonial europea. Esta incapacidad cultural, económica y política para resistir la presión occidental, provocará algunos intentos de reforma de escasa importancia. Será en el siglo XX cuando el islam despierte y aliente poderosos movimientos históricos de reforma.

La Compañía Británica de las Indias Orientales gobernó de manera despótica y abusiva hasta 1858, fecha en que fue disuelta con motivo de la revuelta de los cipayos.2.La India ante la dominación inglesa
A principios del siglo XIX, Inglaterra domina a la India. El lugar es extenso y variopinto. Sucesivas oleadas invasoras han depositado en el país razas, lenguas y tradiciones diversas. Esta heterogeneidad le entregará indefenso ante la penetración occidental. Ciertas costumbres repugnan a la mentalidad europea: suicidio de viudas, asesinatos rituales, etc. Pero la India conserva ciertos valores como la unión de agricultura y artesanado o la estabilidad y seguridad de la comunidad aldeana, que se hace responsable de la subsistencia de sus miembros.

Grabado satírico alusivo a la proclamación de la reina Victoria como emperatriz de la India.La Compañía Británica de las Indias Orientales gobernó de manera despótica y abusiva hasta el 1858, fecha en que fue disuelta con motivo de la revuelta de los cipayos (soldados indios del ejército de la compañía bajo el mando de oficiales británicos) un año antes. Por causas religiosas, sociales, políticas y económicas, muy pronto se produjo una escalada del conflicto con el estallido de otros motines y rebeliones civiles a lo largo de la llanura del Ganges y del centro de la India. Todo ello obligó a los británicos a reorganizar su ejército, el sistema financiero y la administración del país, que se convirtió en un dominio gobernado por un virrey, quien sería el jefe ejecutivo de la región en una primera etapa. Este proceso culmina con la coronación de la reina Victoria como emperatriz de la India en 1876, siguiendo el consejo del célebre primer ministro Benjamin Disraeli quien consideraba que después de dos décadas la autoridad británica se había afianzado ya lo suficiente.

Los caciques indígenas colaboraron a veces con el colonialismo europeo.El dominio de la India no fue difícil porque Inglaterra utilizó para su gobierno a las antiguas clases dominantes. Los príncipes, los zamindar (antiguos recaudadores de impuestos) y los rayats (terratenientes del sur) se encargaron de la percepción de los tributos para la potencia colonial. De la administración se encargaron los funcionarios del Indian Civil Service, en gran parte aborígenes formados a la europea. El sometimiento se completa con la utilización de fuerzas indígenas, empleadas fuera de sus lugares de origen.

La explotación económica se realiza en beneficio de la metrópoli. Se protegen los cultivos comerciales: té, algodón, quina. Se introducen manufacturas inglesas, que arruinan al artesanado autóctono. Se crean las primeras industrias y se traza una completa red de ferrocarriles para una mejor explotación del país. Pero el capitalismo inglés no evitó las hambres tradicionales, porque impulsó los cultivos de especulación en perjuicio de los alimenticios y destruyó la comunidad aldeana tradicional, al introducir el régimen europeo de propiedad para pagar los impuestos.

La India se resistió por las armas a la penetración inglesa.La primera resistencia importante al dominio inglés fue la ya mencionada rebelión de los cipayos, o soldados indígenas, en 1857. Fue un levantamiento de todas las fuerzas tradicionales: cipayos, príncipes, artesanos y campesinos. Su heterogeneidad y su falta de coordinación determinó su fracaso.

Por causas religiosas, sociales, políticas y económicas, se produjo el estallido de motines civiles, pero su falta de coordinación para dirigir un movimiento nacional determinó su derrota.Muy escasas eran las voces rebeldes que reclamaban una unificación política de la India. Los regionalismos e intereses particulares impidieron a los insurrectos formar un frente unido. Algunos de los rajás sublevados pedían el retorno del Imperio mogol, otros rechazaban tal opción y pretendían resucitar la Confederación maratha (una organización estatal que existió en el subcontinente indio entre 1674 y 1818), y otros más simplemente reclamaban que los antiguos rajás desposeídos por los británicos volvieran a ocupar sus tronos sin mayor cambio. Las fuerzas tradicionales demostraron su incapacidad para dirigir un movimiento nacional, estando ausente en el discurso de los insurgentes el concepto mismo de una liberación del país.

Bahadur Shah II (el último emperador mogol) en Delhi, esperando el juicio de los británicos por su rol en la rebelión de los cipayos. Por traición, fue exiliado a Rangún, Birmania.Los británicos comenzaron un programa de reforma, tratando de integrar a las castas altas al gobierno. El virrey abolió la ocupación de tierras, decretó la tolerancia religiosa y admitió a indios en entidades gubernamentales, si bien siempre como subordinados de los ingleses. El ejército también aumentó su contingente de tropas británicas de forma tal que estas no serían nunca menores a un tercio de cualquier regimiento y sólo a ellas les era permitido manejar piezas de artillería.

Brutal ejecución de los soldados cipayos en la rebelión de 1857 (en un cuadro de Vasili Vereshchaguin de 1887).A partir de ahora la resistencia toma distinto carácter. Los intelectuales, funcionarios y burgueses se aproximan a los dominadores y hacen del inglés el vehículo de unión nacional. En 1885 se funda el Congreso Nacional Indio, que pide una mayor participación en la administración. Esta fase liberal evolucionará a finales de siglo hacia formas más activas y populares, precursoras del moderno nacionalismo. En 1920, el líder indio Mahatma Gandhi transformó el partido del Congreso Nacional Indio en un movimiento de masas en protesta contra la dominación británica. El movimiento logrará su objetivo de independencia a través de acciones parlamentarias, resistencia no violenta y desobediencia civil.

3.La resistencia china a la penetración europea
A principios del siglo XIX gobernaba en China la dinastía Manchú, que poseía un vasto imperio con más de 400 millones de habitantes. El territorio carecía de una conciencia nacional y predominaban los regionalismos. Sin embargo, los chinos se consideraban poseedores de una civilización antiquísima y superior a la de los bárbaros de Occidente. Administraba al país una burocracia de mandarines, ineficaces y corrompidos, escogidos después de complicados exámenes sobre textos filosóficos y morales.

La actividad económica fundamental era una agricultura intensiva, auténtica jardinería, conseguida por la acumulación de trabajo humano. Los sistemas de propiedad abarcaban desde un feudalismo de nobles y pagodas, hasta la pequeña parcela familiar. Tanto en uno como en otro caso, el campesino estaba frecuentemente en manos de usureros. Existía un artesanado, transmitido de padres a hijos, y algunos de sus productos, como las porcelanas, eran muy buscados por los comerciantes occidentales.

La Gran Muralla, símbolo del aislamiento de China y de su secular hostilidad a la penetración extranjera.China estaba en plena decadencia: rutas y canales mal cuidados, hambres e inundaciones frecuentes, corrupción administrativa, etcétera. La respuesta popular a este estado de cosas fue la revuelta campesina y las sociedades secretas para derribar a la dinastía Manchú.

China, poseída de su superior cultura, era hostil a la penetración extranjera. Pero su extensión, su exotismo y sus productos artesanos atrajeron a los europeos. Los ingleses empezaron a realizar un provechoso contrabando al intercambiar opio, producido en la India, por el té chino. El intento del gobierno chino por acabar con este tráfico ilegal dio lugar a la primera guerra del opio, finalizada con el Tratado de Nanking de 1842, que supuso a Inglaterra la adquisición de Hong Kong y la apertura de cinco puertos. Otras dos guerras del opio (1856 y 1858) ampliaron la penetración a franceses y americanos.

Las guerras coloniales y las revueltas populares del s. XIX liquidarán la China imperial de la dinastía Manchú y originarán su occidentalización.La humillación de China y la impotencia de la dinastía Manchú desataron amplias sublevaciones populares: la revuelta campesina de los Taiping en la China Central (1851-1864); el motín rural de los Nian en el norte (1851-1868) y los levantamientos musulmanes del suroeste y del noroeste (1855-1873). Estas insurrecciones sólo pudieron ser dominadas con la ayuda de las tropas europeas.

Soldados bóxers (del inglés “boxeadores”, en referencia al ritual de artes marciales que practicaban porque según ellos les hacía inmunes a las armas) en una foto de 1900.El intento de la dinastía Manchú por liberarse de la tutela extranjera la condujo a dos derrotas sucesivas: por Francia en 1885 y por el Japón en 1895. Estos fracasos provocaron la última gran revuelta popular, la de los bóxer, en 1900, contra la influencia foránea en el comercio, la política, la religión y la tecnología que originó una matanza de extranjeros. Sofocada por los ejércitos internacionales fue el final de las esperanzas de reforma a cargo de las fuerzas tradicionales.

Sun Yat-sen (1866-1925) fue un político, estadista e ideólogo considerado el padre de la China moderna. Primer presidente, efímero, de la República de China.La occidentalización de China va a partir de burgueses, intelectuales, obreros, etcétera. En 1894, Sun Yat-sen funda la Unión para el renacimiento de China con un programa de modernización inspirado en Occidente. La organización fomentó una serie de fallidas revueltas. En 1912 se proclamará la República, pero las fuerzas tradicionales impedirán la renovación del país, que no vendrá hasta después de la Segunda Guerra Mundial.

4.La occidentalización del Japón
Asombro japonés ante los barcos europeos.Japón también vivía aislado de Occidente al comenzar el siglo XIX. El territorio estaba dividido en cerca de trescientos feudos. Había una rígida jerarquía social: el emperador, mero poder simbólico; el shogun, verdadero jefe de Estado; los daimyos o señores feudales, los samuráis o casta militar y en los últimos lugares de la escala, comerciantes, artesanos y campesinos. Su economía estaba al margen de las revoluciones habidas en Occidente. Pero, al contrario que en China, había fuerzas deseosas de cambio: samuráis descontentos por el fin de las guerras feudales, daimyos conscientes de la decadencia y comerciantes emprendedores (Mitsui y Mitsubishi), que habían desarrollado un capitalismo interno. A esto se une la devoción popular al emperador.

El mapa nos muestra el imperialismo en el este de Asia.En 1853, la escuadra americana del comodoro Perry obliga a abrir los puertos al comercio. Ante este acontecimiento, las fuerzas renovadoras emprenden la reforma: los daimyos del sur deponen al shogun y entregan todo el poder al joven emperador Mutsuhito en 1868, que inicia la llamada era Meiji (época de la luz). Se moderniza la nación con leyes, burocracia y ejército a imitación de Europa. El Estado y las familias capitalistas tradicionales sientan las bases de una economía moderna. Se envían misiones para asimilar la técnica occidental. Esta tarea se realiza sin merma de los valores tradicionales: los feudos se convirtieron en prefecturas y daimyos y samuráis pasaron a formar parte de los cuadros superiores de la administración y del ejército.

Mutsuhito (1852-1912), también conocido por su nombre póstumo Meiji Tennō.La era Meiji fue una revolución desde arriba, que no cambió a fondo las estructuras sociales: la fiscalización siguió recayendo principalmente en los campesinos y la devoción del pueblo al emperador permitió disponer a la nueva industria de mano de obra barata y disciplinada. La occidentalización del país y el aumento de su población le condujeron a participar en la expansión imperialista europea en Asia, para la que por su idiosincrasia y su proximidad geográfica estaba mejor preparado que europeos y americanos. La restauración y modernización consecuente convirtió al Japón en una potencia industrial ubicándola por encima de otras naciones en el Pacífico.

Adelgazar de manera saludable. Productos, dietas y planes de adelgazamiento a los que se ven sometidos los consumidores son simples mentiras en la mayoría de ocasiones. Perder peso teóricamente haciendo una barbaridad siempre es factible, pero no se trata de hacer locuras durante una temporada para quitarse unos kilos que luego se recuperan, sino realmente de adelgazar.

Los libros malditos. Una maldición ancestral pesa sobre algunos libros desde el momento mismo de su invención: a través de los siglos han existido siempre grupos o individuos empeñados en destruirlos. Así, cantidades ingentes del patrimonio cultural de la humanidad ha sucumbido a manos de estos exterminadores del conocimiento.

La Atlántida, el paraíso perdido. Una isla misteriosa y un pueblo fundador de una cultura brillante. El continente de la Atlántida continúa siendo uno de los enigmas más sorprendentes de la historia. Si es cierto que existió, fue una civilización como no ha habido nunca otra igual. ¿Hubo algo de verdad? ¿Encontraremos algún día restos que den sentido a los testimonios?




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