Los recuerdos de las vacaciones se van poco a poco quedando atrás y el momento en el calendario exige ahora un nuevo desafío para la familia: la vuelta a la escuela o a la guardería de nuestros niños. Es esta una época del año excitante o complicada tanto para padres como para hijos ya que el retorno a las clases puede producir una serie de pequeños trastornos en los más pequeños: el cambio de horarios y de hábitos alimenticios, la reducción de su tiempo de ocio, el reinicio de una actividad intelectual constante, etc. puede hacer que nuestro hijo se muestre cansado, tenga poco apetito, falta de concentración, insomnio e incluso pequeñas crisis de ansiedad y dolores musculares, pero por muy alarmante que pueda aparentar ser todo esto no es ninguna enfermedad sino un estado psicopatológico pasajero provocado por la vuelta a la rutina después del paréntesis veraniego. Es el llamado síndrome o estrés posvacacional, nada más, que según los psicólogos afecta al 40% de los niños de entre 7 a 12 años, por eso aconsejan retomar los hábitos del calendario escolar como mínimo unos cuatro o cinco días antes del comienzo del curso para que el cambio sea gradual y no precipitado ni violento.
Al característico estrés posvacacional se une uno de los momentos claves del año, el retorno al colegio para los más pequeños. Es tiempo de volver a la rutina y de empezar a pensar en el material escolar: los libros, la mochila… Es tiempo, en definitiva, de regresar a las aulas. Para ayudar a los padres en esta temida situación existen muchos consejos y recursos. ¡No te lleves las manos a la cabeza y empecemos!
Tras un verano de distensión y ocio se hace difícil (tanto para pequeños como para grandes) volver a someterse a horarios, exigencias y responsabilidades. Y aunque cuanto más satisfactorio haya sido el período vacacional, menos dolorosa será la vuelta a las obligaciones, ello no implica que sea menos lamentada ya que el retorno al colegio o a la guardería supone más disciplina, cumplimiento de horarios, compra de ropa o de uniforme, de libros y una infinidad de compromisos que exigen un esfuerzo tanto para los hijos como para los progenitores. Para muchos de ellos la entrada o el regreso a la escuela representará un cambio demasiado radical.
Aunque año tras año la situación se repite, no deja de suponer un considerable sacrificio y voluntad de ánimo para reajustarla al día a día. La adaptación o la readaptación es un proceso que suele durar aproximadamente una semana, partiendo de la hipótesis de que el ambiente escolar y familiar sea el adecuado. Todo dependerá de la actitud que tengan los educadores y los padres. Ambas partes habrán de estar preparadas para transmitir a los niños una impresión positiva de lo que representa ir o volver al colegio, y apoyarles en la transición de las vacaciones a las clases contagiándoles seguridad, confianza y, sobre todo, inculcándoles entusiasmo por el inicio de una nueva etapa. Hay que hacerles ver que el regreso a la escuela es un aliciente, no un trauma ni un motivo de angustia, y que no solamente ellos comienzan ese nuevo periodo sino que nosotros en nuestros respectivos trabajos también afrontamos esa misma situación de vuelta a la normalidad ya que los menores, que aprenden por imitación, son capaces de percibir la ansiedad en sus padres y no conviene hacerles partícipes de un clima de estrés personal evidente antes del cambio en el estilo de vida que conlleva esta época del año de regreso a la rutina diaria para todos los miembros de la familia.
TODO SIGNIFICA CAMBIOS
Las vacaciones permiten que los niños estén más relajados, sin prisas para irse a la cama, sin tener que madrugar, etc. Por eso, cuando vuelven al colegio pasan de no tener tantas obligaciones a tener que estudiar, hacer deberes, etc. Es un cambio que provoca algunas alteraciones. De ahora en adelante, retornar a la escuela supondrá un gran esfuerzo que al paso de los días, como ya se ha dicho, se irá amenizando.
Aparte de los horarios, el niño podrá enfrentarse también a otros cambios. Puede que tenga nuevos profesores, nuevas materias, nuevo grupo de compañeros, o incluso nuevo centro escolar.
Lo mismo ocurre con los niños que irán al colegio o a la guardería por vez primera. Pasan de estar mucho en casa a compartir ambiente con otros niños y a estar bajo la responsabilidad de otras personas y de otras reglas.
En todos los casos, independientemente de la etapa de desarrollo del niño -que en este caso determinará en buena medida su capacidad de adaptación al ritmo escolar-, el ánimo de los padres debe ser esencialmente positivo para el hijo.
LA ADAPTACIÓN: LO MÁS IMPORTANTE
Cuando el niño va a la guardería o a la escuela por primera vez normalmente se aplica un horario de adaptación para que poco a poco el pequeño se vaya acostumbrando a la nueva realidad. Todo dependerá de la disponibilidad de tiempo que tengan los padres y de las normas del centro. Hay algunos progenitores que prefieren dejar al niño a tiempo integral en la guardería desde su primer día, mientras los educadores afirman que será más beneficioso para él que disponga de un tiempo liberado para adaptarse más tranquilo a las nuevas circunstancias. De todos modos, es necesario tener mucha paciencia y comprensión con los niños, y a la vez demostrarles todo con mucho entusiasmo y positivismo.
Para los niños mayores, los que ya están acostumbrados al mundo escolar, los “veteranos”, la adaptación casi nunca es un problema. Depende mucho de su carácter. Cada niño reacciona de una forma distinta y en esta situación no se puede hacer comparaciones.
¿CÓMO DEBEN ACTUAR LOS PADRES?
Tanto para el ingreso como para la vuelta al colegio, es fundamental que el niño cuente con la comprensión, el sostén y el ánimo de sus padres. Es necesario que se cree un ambiente familiar favorable en casa para que el pequeño se sienta más seguro y más apoyado para adaptarse al nuevo ritmo de vida. El comportamiento que tenga tu hijo es muy comprensible. Ellos reaccionan a los cambios del mismo modo que nosotros, los adultos. Es como cuando vamos a un trabajo por vez primera. Nos ponemos nerviosos, ansiosos… y a los niños les pasa exactamente lo mismo, aunque lo exterioricen y manifiesten de una forma distinta. Por esta razón, los padres debemos hablar con nuestros hijos acerca de la nueva situación, transmitirles confianza, es bueno recordar con ellos anécdotas pasadas o acontecimientos divertidos, pedirles su colaboración y su comprensión, y demostrarles lo seguros y tranquilos que estamos de que ellos se vayan al colegio. Es necesario destacar los cambios positivos que el nuevo cotidiano les traerá, como también participar de cerca de todo el proceso, es decir, comprar los libros y forrarlos con ellos, ordenar la ropa o el uniforme y acompañarlos al colegio por lo menos durante la primera semana.
En resumen, que los padres hablen con sus hijos de sus capacidades, ilusiones, habilidades y expectativas hacia esta nueva etapa contribuirá a que los niños se sientan arropados y capacitados a salir adelante ante las dificultades que se les puedan presentar, fomentando así su autoestima. Lo único que no pueden hacer los padres es exigir que todo sea perfecto y maravilloso desde el primer día. Escucharles, responder a sus preguntas, inquietudes y miedos. Darles confianza, apoyo y amparo. Para ellos es un reto y una nueva situación a la que ineludiblemente van a tener que enfrentarse. Y aprovechar la situación, si es posible, para instaurar hábitos tan saludables como por ejemplo es el desayuno en familia antes de partir para la escuela, con tiempo suficiente, fomentando el diálogo, el interés por el otro y la cooperación si se manifiestan asuntos que así lo requieren.
RECORDANDO LO BÁSICO
-Realizar juntos los preparativos del regreso a la escuela les ayudará en este proceso… Forra los libros e identifícalos con el nombre de tu hijo. Ayúdale a elegir el material escolar que desee usar, como lápices, cuadernos, la ropa (en el caso de que no use uniforme). Que el niño participe con su opinión en las compras: deja que tu hijo elija la cartera en la que llevará sus libros, así como su estuche con sus ídolos o personajes favoritos. Conviene que el pequeño pueda estrenar algún tipo de material en cada curso: una mochila, un juego de lápices… o, incluso, un corte de pelo. Es un pequeño detalle para ti que, sin embargo, a él le puede ayudar a acometer el inicio del año escolar con más ilusión.
-Ayuda a tu hijo a que se vaya adaptando al nuevo horario un par de semanas antes del inicio de las clases. De igual manera, además de organizar el material escolar necesario, es muy positivo que unos días antes de empezar el curso el niño colabore en la preparación de su dormitorio: despejando la mesa de estudio, colocando los juguetes del verano en su lugar, ordenando los libros… Es una tarea, como tantas otras, que le servirá para ser consciente de que las clases tienen un comienzo inminente.
-Establecer un calendario y reglas previas sobre su comportamiento y sus futuros deberes y quehaceres escolares es una tarea útil que puede ayudar a que los niños se organicen y no se tomen el regreso a las aulas de una manera estresante y basada en la improvisación. Tener una forma y un modo fijado con anterioridad (por consenso) de cumplir con sus trabajos y obligaciones le ayudará para el día a día durante todo el año. Así, por ejemplo, organizad nuevas normas para que use el teléfono e internet de un modo responsable de manera que no interfiera en sus estudios mediante una reunión familiar donde todos participen y fijad las reglas a través de un acuerdo justo para todos: esto involucrará más a los niños y será menos “doloroso”.
–Antes de comenzar las clases es bueno que se reúna con algunos compañeros de colegio. De esa forma, se irá integrando mejor y le perderá miedo a la vuelta a la escuela. Organiza meriendas en casa o salidas que pueda hacer con sus amigos.
-Los padres tienen una gran influencia sobre los niños y es importante transmitirles pensamientos positivos y optimistas sobre el regreso a las clases. Aunque pueda parecer que él no lo necesita, has de animarlo y prepararlo para que vea el retorno al colegio como una posibilidad de ver a antiguos compañeros, hacer más amigos, disfrutar de excursiones y experiencias de todo tipo… y aprender cosas nuevas e interesantes.
-Por lo general, los colegios realizan una reunión previa al inicio de curso con los niños y sus padres para conocer o retomar el contacto con el profesorado y hablar sobre distintos temas de interés escolar. Esta es una excelente oportunidad para que conozcáis juntos, si es el caso, al nuevo maestro y puedas tener una idea de cómo se va a afrontar y desarrollar el año escolar. Si la escuela no realiza este tipo de reuniones, lo conveniente es acercarse y organizar una cita con su tutor, sobre todo si es la primera vez, para que tu hijo y él puedan conocerse previamente al inicio de las clases e ir entablando un vínculo y perdiendo congojas y temores.
-Es importante que los niños descansen adecuadamente durante la noche, pero mucho más la anterior al primer día de curso en una jornada en la que se van a enfrentar a un maremágnum de emociones y situaciones de toda índole. Evita en la medida de lo posible la televisión, ordenadores o teléfonos móviles. Procura que tenga ocho horas de sueño para que esté con energía y ánimos de comenzar el reto de aprender y disfrutar y una buena y variada alimentación al despertar compuesta por lácteos, cereales y fruta. Un desayuno adecuado contribuye a mejorar el rendimiento físico y mental.
-El niño se sentirá mucho más seguro si va acompañado de alguno de sus padres el primer día de clase como mínimo. En la medida en que esto sea posible, él debe tener la tranquilidad de que ese día no va a ir solo al colegio y que nosotros estaremos ahí para ayudarle con sus inquietudes y sus miedos. En esa primera jornada es fundamental que todo se haga con calma y sin prisas para no añadir más estrés al reencuentro escolar, siempre haciendo el momento de la separación nada traumático y corto en el tiempo. Es importante también el recogerles, siendo puntuales y mostrándonos alegres, interesándonos por todo lo que nos cuentan. Podemos realizar por la tarde actividades físicas, en vez de que estén viendo la televisión o jugando con el ordenador, como ir al parque, montar en bici, patinar… sobre todo los primeros días en que posiblemente todavía hace tiempo de verano, los días suelen seguir siendo lo suficientemente largos para hacer muchas actividades con luz y no noten tanto el cambio de rutinas. De esta forma, aparte de divertirse en familia, liberan el estrés y eliminan de sus mentes las preocupaciones y angustias. No olvides ayudarles con el repaso de los deberes, siempre reforzándoles y elogiándoles en sus logros.
–Es bueno que los padres incentiven a sus hijos a realizar actividades extracurriculares, desde deportes hasta aficiones que puedan tener. El comienzo del curso es una gran oportunidad para que se interese por diferentes cosas, conozca personas diferentes y vaya formando su identidad propia. Habla con él sobre los objetivos que le gustaría lograr en este año escolar, desde participar en una obra de teatro hasta comprender mejor las matemáticas, aprender una manualidad artística o algún idioma. Es una forma ideal de que juntos exploréis sus deseos y sentimientos y puedan establecerse metas y propósitos siempre que sean individuales, sanos, y no se basen en la competición con otros.
Finalmente, ten paciencia. No nos olvidemos de que padres tranquilos implica niños felices.