Viejas canciones

La memoria de los pueblos es sabia, por eso mantienen encendidos los fuegos de sus tradiciones. Y las viejas canciones forman un patrimonio valioso para la riqueza espiritual de los pueblos.

Viejas canciones

Vienen desde siempre, expresando determinadas manifestaciones espirituales de los tiempos y de los pueblos, sobreviviendo a los olvidos y a los cambios que pudieron haberles introducido, estructuradas para ser repetidas en todas las bocas anónimas y populares que van cantándolas o pensándolas porque saben que, a través de ellas, están nombrando los principios de la sangre o las raíces de las costumbres.

♪ ♫ ♩ ♬ Yo sé cantar y bailar
las canciones de mi tierra;
ellas me llenan el alma
de alegría y tristezas.

♪ ♫ ♩ ♬ ¡Se va, se va la barca,
se va, se va el vapor!
¡En él se va mi vida,
también se va mi amor!

Sobreviviendo a los olvidos, a través de ellas se están nombrando los principios de la sangre o las raíces de las costumbres.Las canta el abuelo, con su voz ajada y lenta, plena de ternuras y de recuerdos, mientras bebe el sol de la plaza o mientras sostiene en sus ojos las evoluciones del nieto que juega en el patio; las canta el padre o la madre, cuando la labor de las manos van construyendo los oficios del quehacer cotidiano; o las canta el hijo también, porque él las ha aprendido de esa misma herencia natural que le van legando los padres.

♪ ♫ ♩ ♬ La farolera tropezó
por la calle y se cayó;
al pasar por el cuartel
se enamoró de un coronel.

♪ ♫ ♩ ♬ Yo soy la viudita
del barrio del Rey.
Quisiera casarme
y no encuentro con quién.

♪ ♫ ♩ ♬ A la lata, al latero,
a la hija del chocolatero.
A la lima, al limón,
a la hija del viejo Simón.

Cuando uno las escucha, las melodías derivan en la mente, y entonces los recuerdos se afanan por rescatar los años pasados y volver a esos días.¡Quién sabe cómo nacieron! Posiblemente, una de ellas se formó en la voz de un juglar apasionado, ansioso de libertad y amor; otra, tal vez, germinó de las nostalgias de un guerrero que añoraba su hogar, su mundo, la paz; otra, quizá, maduró en una madre mientras mecía a su niño en su cuna de mimbre o en sus mismos amorosos brazos; tal vez, ese mismo niño fue el que la redondeó, después, para poder acompañarse en sus juegos.

♪ ♫ ♩ ♬ ¡Arrorró mi niño,
arrorró mi sol,
arrorró pedazo
de mi corazón!

♪ ♫ ♩ ♬ ¡Arroz con leche,
me quiero casar
con una señorita
de San Nicolás!
¡Con esta sí,
con esta no…
con esta señorita
me caso yo!

Siempre están ahí, pasando de generación en generación, pero respetando el momento para el que fueron creadas, haya sido de alegrías, de nostalgias o de lágrimas.Siempre están ahí: rondando en las veredas o en los patios de las escuelas, repetidas día tras día, sufriendo un proceso de trasvasamiento de generación en generación, pero conservando toda la esencia y la pureza del mensaje o del tema, continuando y respetando el momento para el que fueron creadas, haya sido de alegrías, de nostalgias o de lágrimas.

♪ ♫ ♩ ♬ La Virgen María y Santa Isabel
andan por las calles de Jerusalén
preguntando a todos por el Buen Jesús,
todos les responden que ha muerto en la Cruz.

Las viejas canciones muestran, a lo largo de los tiempos, cómo eran, cómo son y cómo seguirán siendo las corrientes sensibles que van llevando al hombre al futuro.Cuando uno las escucha, las melodías derivan en la mente, y entonces los recuerdos se afanan por rescatar los años pasados y volver a esos días; y si aún se es joven, o niño todavía, y no se tienen demasiados recuerdos, surge la necesidad de mezclarse en las palabras de la copla o en el compás de la tonada, hasta identificarse plenamente con la verdad o la fantasía que forman el conjunto de la vieja canción.

♪ ♫ ♩ ♬ Ahí viene la vaca
por el callejón
trayendo la leche
para el Niño Dios.

♪ ♫ ♩ ♬ Mambrú se fue a la guerra
no sé cuándo vendrá…
Mambrú se fue a la guerra
no sé si volverá.
Vendrá para las Pascuas
o para Navidad…
Mambrú se fue a la guerra
no sé si volverá.

♪ ♫ ♩ ♬ En el portal de Belén
hay estrella, sol y luna,
la Virgen y San José
y el Niño que está en la cuna.

La memoria de los pueblos es sabia; por eso ellos mantienen encendidos los fuegos de sus tradiciones. Y las viejas canciones forman un patrimonio valioso para la riqueza espiritual de los pueblos, porque ellas muestran, a lo largo de los tiempos, cómo eran, cómo son y cómo seguirán siendo las corrientes sensibles que van llevando al hombre al futuro, que, afirmado en los pasos del pasado, es el horizonte brillante y amplio de la humanidad.

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