A principios del siglo XX, el doctor Hermann Swoboda, profesor de psicología, descubrió que había unos ritmos específicos de 23 y 28 días que influenciaban los procesos mentales de la humanidad: las ideas se repetían en la mente a intervalos periódicos, lo mismo que los modelos de sueños, etc. Estos ritmos, concluyó, comenzaban al nacer y podían, por consiguiente, calcularse para cualquier persona en función de su fecha de nacimiento. Publicó varios libros sobre esta teoría, e inventó incluso una regla de cálculo para hallar los ritmos básicos.
Hacia la misma época en que el profesor Swoboda investigaba la recurrencia periódica en el campo de la psicología, un médico berlinés, el doctor Wilhelm Fliess, acumulaba un importante volumen de material científico que parecía apuntar a los mismos ritmos de 23 y 28 días en el terreno de la biología humana. Estos ritmos, creía, influenciaban fenómenos como la inmunidad individual a las enfermedades.
Su primer libro sobre los biorritmos, ‘El curso de la vida’, vio la luz en el año 1906. Como Swoboda, basaba sus conclusiones en el estudio de sus propios pacientes pero hizo avanzar la teoría al asociar los dos ciclos con su hipótesis de la naturaleza bisexual de los seres humanos. Identificó el ciclo de 23 días como “masculino” o físico, y el de 28 días como “femenino” o emocional. La semejanza de este último con la duración promedio del ciclo menstrual confirió un mayor aspecto lógico a la teoría. “Toda vida -escribió Fliess- sigue unas pautas reguladas desde su interior, un mecanismo que es similar en hombres, animales y plantas; es un mecanismo que controla el momento del nacimiento con tanta exactitud como la hora de la muerte.” Su razonamiento afirmaba que, como la gente era el resultado del desarrollo de células tanto masculinas como femeninas, era lógico suponer que una periodicidad bisexual debía seguir gobernando la conducta del organismo.
Estos trabajos pioneros sobre lo que más tarde se denominaría biorritmos fue desarrollado por otros científicos, y durante los años veinte un maestro de ingeniería, el doctor Alfred Teltscher, incorporó un tercer ciclo (de 33 días) a los dos primeros, basado en sus observaciones sobre el rendimiento de sus alumnos, cuya capacidad para asimilar nuevos contenidos parecía mostrar altos y bajos durante el mencionado ciclo de 33 días. Desgraciadamente, no dejó material publicado.
Por norma general, los biorritmos se definen como sigue… En el momento del nacimiento, un bebé sufre un cambio súbito y drástico tanto en su ambiente como en sus procesos internos. En cuanto el cordón umbilical es cortado comienza a existir como individuo, privado del mecanismo vital de su madre. En ese instante, los tres relojes internos se encuentran en cero. Pero desde ese momento y a lo largo de la vida del individuo se repetirán tres ciclos separados de 23, 28 y 33 días. Cada uno de esos ciclos, a su vez, consiste en medio ciclo de actividad positiva seguido de otro de actividad negativa. El primer día y el día central de cada uno de los ciclos son días críticos.
RITMO FÍSICO DE 23 DÍAS
Este ritmo, que se considera arraigado en la acción de las fibras musculares, influye en la fuerza física, resistencia, niveles energéticos, resistencia a la infección y (como consecuencia) autoconfianza. Al igual que los otros dos biorritmos, el ritmo físico describe una trayectoria sinusoidal ascendente y descendente:
Durante la primera mitad del ciclo (11 días y medio), el individuo se siente típicamente más vigoroso, la actividad física le resulta más fácil y su vitalidad y resistencia alcanzan su punto más álgido. Durante la segunda mitad, experimenta un descenso notable en las reservas de fuerza, energía y resistencia.
RITMO EMOCIONAL DE 28 DÍAS
Este ritmo parece derivar del sistema nervioso y se manifiesta en forma de cambios emocionales y graduaciones de sensibilidad. Durante el período ascendente del ciclo, se incrementa la creatividad, y el individuo se siente por norma general, más optimista y alegre. En el período descendente, hay una tendencia a la actitud negativa y la irritación.
RITMO INTELECTUAL DE 33 DÍAS
Se cree que este ritmo se origina en las células cerebrales, aunque algunos expertos han postulado una reacción glandular. La primera mitad del ciclo aporta una capacidad de pensar con mayor rapidez y claridad, mientras que la memoria funciona con una mayor eficiencia. Durante la segunda mitad, el aprendizaje se hace más difícil, y el pensamiento menos claro y preciso. Se aconseja que evitemos tomar decisiones importantes en nuestros días de intelectualidad baja, porque tal vez no podamos razonar acertadamente.
En estos tres ciclos, los expertos creen que los periodos de transición (por ejemplo, del segmento ascendente al descendente y viceversa) suponen días críticos, a menudo especialmente difíciles, para el individuo de que se trata. Más difíciles aún resultan aquellos periodos en que dos o más de los ciclos alcanzan una transición coincidente. Tales fechas hacen al individuo, con frecuencia, propenso a accidentes.
Los tres ciclos volverán a comenzar juntos desde cero solamente al cabo de 23×28×33 días, o sea, transcurridos 21.252 días de existencia. Esto equivale a 58 años y 66 o 67 días (dependiendo de la cantidad de años bisiestos que incluya la vida del individuo). Con bastante frecuencia sucederá que dos de los tres ciclos atraviesen simultáneamente por sus días críticos. Si en los cálculos se incluyen también los días centrales, en cada año habrá cuatro días doblemente críticos, y un día triplemente crítico en cada período de algo más de siete años y cuarto. En cuanto a los días críticos simples habrá cinco, por lo menos, en cada mes, y a veces hasta ocho. De modo que siempre nos hallamos a pocos días de uno de estos días complicados. No obstante, los días críticos no son peligrosos en sí mismos; son, simplemente “días de cambio”. Conviene tener claro que los biorritmos no predicen los accidentes. La manera de actuar de una persona depende de lo que le está sucediendo, y también de las condiciones en que está, tanto física, como emocional, como intelectualmente en un momento dado. Los biorritmos predicen esa condición, tan solo eso.
Merced al aumento del interés por el tema de los biorritmos, las calculadoras electrónicas y mecánicas de biorritmos son bastante fáciles de encontrar, lo mismo que los programas de cálculo de biorritmos para la mayor parte de ordenadores domésticos. Pero aún sin estos recursos, el cálculo de los biorritmos personales vigentes resulta bastante sencillo, aunque pesado. El método es el siguiente:
1.º)Sume el número total de días de su vida desde la fecha de su nacimiento hasta el primer día del mes para el que efectúa los cálculos.
2.º)Divida este total por 23 y anote el resto resultante. Este resto indicará la posición de su ciclo físico en el primer día del mes.
3.º)Divida el total por 28 y anote el resto resultante. Este le dará la posición de su ciclo emocional en el primer día del mes.
y 4.º)Por último, divida el total por 33 y anote el resto para determinar la posición de su ciclo intelectual para el primer día del mes.
Persiste todavía una cierta controversia sobre la validez del sistema Swoboda/Fliess de biorritmos, pero no existe objeción alguna al postulado de que la humanidad es una especie cíclica. Algunos estudios han demostrado concluyentemente que se da una tendencia estadística clara a que, por ejemplo: las peleas, incendios premeditados, accidentes, cleptomanía e incluso homicidios ocurran con mayor frecuencia durante los periodos de luna llena. Los seres humanos muestran una fluctuación anual y cíclica en el peso corporal y, en el hemisferio norte, una tendencia a más nacimientos en los meses de mayo y junio que en noviembre y diciembre.