La cosmología propuesta por G. I. Gurdjieff, que habla de anillos dentro de anillos y de almas aspiradas para alimentar la Luna, es tan simbólica que muchos de sus seguidores la han abandonado parcialmente, y para esclarecer los puntos oscuros han tenido que recurrir a la obra de sus primeros discípulos, como Ouspensky, Orange o Bennett. Pero la psicología de Gurdjieff es algo más.
La base de sus enseñanzas es la idea de que los seres humanos, con sólo raras excepciones, viven en un estado análogo al del sueño. Aunque nos sentimos despiertos y en control de nuestras acciones, en realidad sucede lo contrario. Las situaciones e incidentes que nos ocurren son efecto de una multitud de causas, y actuamos como si fuésemos robots.
Según Gurdjieff, términos como “evolución” y “progreso” carecen de significado cuando se aplican a la vida de un individuo corriente. No resulta posible progreso alguno hasta que hemos conseguido superar nuestro curioso estado soñoliento. Con el fin de ayudar a sus discípulos a salvar esa condición, Gurdjieff diseñó una serie de ejercicios físicos y psicoespirituales, que reunió bajo el título general de ‘La obra’.
Si bien tomaba elementos de fuentes diversas, el sistema se basaba en una idea fundamental: los seres humanos permanecen dormidos porque durante la mayor parte del tiempo se olvidan de sí mismos, es decir, no son conscientes de participar activamente en el drama de la vida. La atención de los seres humanos está dirigida de un modo constante hacia el exterior, por lo que sus reacciones se desencadenan tan solo a partir de estímulos externos. Gurdjieff enseñó que para despertar se hace necesario acordarse de uno mismo. Cada persona debía desarrollar el hábito de tomar conciencia de sí misma.
Varios de los ejercicios diseñados para lograr este objetivo resultaban extraños. Uno de los grupos, por ejemplo, se regía por la siguiente norma: al recibir una señal, todos y cada uno de sus miembros debían permanecer inmóviles en la postura en que se hallaban en aquel momento. Los integrantes del grupo estaban obligados a mantener esa postura, aunque fuese incómoda, hasta que recibieran una segunda señal.
Gurdjieff dijo que el cuarto camino no requiere que una persona abandone sus condiciones normales de vida; de hecho, estas condiciones son ideales para la observación de sí mismo. El conocimiento, por sí mismo, no aumentará nuestro nivel de consciencia. Como explicó Gurdjieff: “El requisito principal que se le pide a una persona es la comprensión. (…) No creas en nada que no puedas verificar por ti mismo.” La verificación es un proceso largo y lento pero gratificante, en el cual vemos lo que somos y vislumbramos lo que podemos llegar a ser.
El cuarto camino se desarrolla en la vida exterior, en medio del mundo. Se dice que este camino aparece en medio de la vida con mayor fuerza en épocas en las cuales la conciencia general de la humanidad se oscurece y aumenta el engaño respecto de los verdaderos objetivos de la vida y el auténtico ser y destino del hombre, en definitiva, en épocas como la nuestra, es decir, en períodos de especial desorden, caos y pérdida de valores morales esenciales.
El cuarto camino debe relacionarse siempre con las circunstancias variables de la vida puesto que se realiza en medio de todas las tareas y todas las circunstancias de nuestra vida corriente. Por tanto, el trabajo sobre sí nunca llega a tener una forma definida y rígida.
Las personas que emprenden el trabajo en un grupo de cuarto camino deben ser capaces de adaptarse a las condiciones exteriores de la vida y mantener no obstante el sentido y el sentimiento exactos del trabajo. Este se divide en la práctica real en trabajo sobre sí (trabajar sobre uno mismo), en trabajo en unión con los demás (trabajar en relación con los otros) y trabajo en el servicio del propio trabajo (trabajar en conexión con el trabajo mismo y uno mismo en relación con él).
El trabajo sobre sí nos ayuda a comprender de qué modo se puede vivir más conscientemente en las cuestiones cotidianas. Por regla general, estamos identificándonos continuamente. La vida nos conquista a lo largo del día y nos extrae toda la fuerza consciente. Es necesario descubrir algo en nosotros que impida que esto suceda, es decir, que los sucesos de nuestra existencia nos extraigan toda la fuerza mediante la identificación y la consideración interna.
Es necesario que te observes a ti mismo de forma diferente de lo que lo haces en tu vida diaria. Es necesario tener una actitud diferente, no la que has tenido hasta ahora. Sabes hasta dónde te han llevado tus actitudes hasta ahora. No tiene sentido continuar así. No tengo ningún deseo de trabajar contigo si permaneces como eres ahora. Quieres conocimiento, pero lo que has conseguido hasta ahora no era conocimiento, sólo era una colección mecánica de información. Es conocimiento fuera de ti, no dentro. No tiene valor. ¿Lo que es importante para ti es que lo que sabes ha sido creado por alguien anteriormente? Tú no lo has creado, así que este conocimiento es de escaso valor.
~ George Ivánovich Gurdjieff
Gurdjieff mostró que la evolución del hombre no puede lograrse con influencias sobre las masas, sino que es el resultado del crecimiento interior individual; que tal apertura interior es la meta de todas las religiones, de todos los caminos, pero que requiere un conocimiento directo y preciso de los cambios que puede experimentar la calidad de la conciencia interior de cada hombre, que sólo se puede adquirir con la ayuda de un guía con experiencia y a través de un prolongado estudio de sí y del trabajo sobre sí mismo.
En el cuarto camino la primera y principal realización a conseguir es llegar a ser el hombre n.º 4. Dicho tipo de hombre representa el hombre equilibrado o el hombre cabal. El que está en el cuarto camino ha de comprender que cualquier cambio exterior le es siempre útil, porque es precisamente en esas condiciones difíciles donde se desarrolla el esfuerzo consciente que pone en actividad las partes altas de los centros mental y emotivo. De este modo no debe quejarse por ningún tipo de dificultades que surjan en su vida, sino tomarlas como retos y pruebas necesarios para aumentar en él “la fricción entre el Sí y el No” que aumenta la temperatura psíquica para realizar la soldadura o cristalización interior de los yoes que desemboca, muy al final, en la adquisición de la individualidad y luego del Yo real. Estas partes altas sólo se desarrollan mediante la atención, la observación de sí, la no identificación, la consideración exterior de los otros como uno mismo, la no consideración de sí mismo, el recuerdo de sí, etc. Sólo de este modo se transforma nuestra personalidad en el camino correcto hacia el hombre equilibrado como primera meta a conseguir hacia la individualidad y el Yo real. La enseñanza del trabajo, por tanto, tiene una enorme flexibilidad y desapego. No se ha de identificar con ningún lugar ni con ninguna forma material que pueda adoptar a causa de las circunstancias concretas de la época o circunstancias materiales diversas. El trabajo existe a través de la actitud de cada cual hacia él, y sea cual fuere la situación exterior, no afecta a las normas inmemoriales que dirigen su actividad transformadora de la conciencia. La gente que está en el cuarto camino ha de ser siempre capaz, como dijo san Pablo, de “ser todo con todos para ganar a todos”. El que emprende el trabajo debe ser capaz de desarrollar cada lado de sí mismo, en relación con cada persona que se relacione y con las diversas actividades profesionales o sociales que pueda realizar en la vida exterior, hasta un punto razonable de efectividad. De otro modo no comprende la idea del cuarto camino que se mantiene justo en medio de la vida, justo en medio de todas las cosas que siguen su curso, adecuándose y, no obstante, manteniéndose siempre él mismo en el interior. El cuarto camino es y ha de ser siempre el más flexible de todos los caminos. Esta flexibilidad se refiere a la comprensión interior. Si una persona no es flexible, aunque intente mantener el sentimiento del trabajo, difícilmente logrará realizar en realidad el trabajo auténtico sobre sí. Este será un sucedáneo para engañarse a sí mismo y perder el tiempo lastimosamente, si no, hacerse daño interiormente.
No debe existir ninguna cosa o actividad en la vida con la que no pueda mantenerse en contacto y desempeñarse razonablemente quien sigue la vía del cuarto camino. El cuarto camino no es romántico. Es innecesario y perjudicial tener sentimientos románticos en relación con circunstancias vitales para desarrollar el trabajo. En este sentido, en el cuarto camino, tan pronto como algo no es ya valioso en relación con el trabajo, se lo abandona. Es una enseñanza firme del trabajo que las cosas, tarde o temprano, se hacen mecánicas, repetitivas, pierden la capacidad de ser vividas conscientemente por parte del sujeto a causa de la rutina y es preciso recibir un choque para que las cosas dejen de ser mecánicas. Los choques pueden consistir en cosas absolutamente variadas, pero siempre se refiere a algo nuevo que requiere más atención y esfuerzo y nos saca de la rutina al despertar el interés consciente. Pero el trabajo tiene algo que se cumple con absoluta seguridad para el practicante del camino sincero: prosigue siempre efectivo, habla de misma forma y con la misma voz y otorga la misma fuerza a quienes lo reconocen y lo practican. En él no hay que realizar ejercicios extremadamente difíciles y dolorosos como el faquir, tampoco vivir como el monje en monasterios, ni peregrinar como el yogui en busca de remotas escuelas o pasar la vida meditando en cuevas. Como afirma Maurice Nicoll en ‘Comentarios psicológicos sobre la enseñanza de Gurdjieff y Ouspensky’, Tomo I: “Por eso tenemos que trabajar en medio de la vida, rodeados por todas las desdichas de la vida, y con el tiempo la vida llega a ser nuestra maestra, es decir, tenemos que practicar la no identificación en medio de los sucesos de la vida; y tenemos que practicar el recuerdo de sí en medio de los asuntos; y observarnos y separarnos de nuestras emociones negativas en medio de todas las heridas y escozores de la vida cotidiana. Y por esa razón se dice que un hombre que sigue el cuarto camino debe llegar a ser el hombre n.º 4, es decir, un hombre que ha desarrollado sus centros: mental, emocional e instintivo-motor. Significa un hombre que puede ser todas las cosas para todos los hombres, y significa un hombre que ha desarrollado todos los aspectos de sí mismo de modo que pueda enfrentar cualquier situación en una forma razonable, con cualquier género de persona, con cualquier punto de vista, con cualquier teoría, con cualquier cosa práctica o cosa teórica o cosa filosófica. (…) ¿Serían capaces de hacerse cargo súbitamente de un ejército? ¿Serían capaces de dirigir un hotel? ¿Serían capaces de hablar con eficiencia al primer ministro? ¿Podrían escribir una pieza de teatro o comandar un barco o presentar una importante danza y conservar la tranquilidad y saber qué tienen que hacer? ¿Podrían escribir una buena crítica de un libro? ¿Podrían mantener una conversación con gente culta? Aunque todas estas cosas no son importantes y no se deben tomar literalmente, todos deben tener una idea de lo que significa el hombre n.º 4, pues el hombre n.º 4 no significa exactamente lo que he dicho. Significa el logro de una muy maravillosa multifaceticidad de modo que, aunque nunca mantuvieron una charla con el primer ministro, en cuanto llegue el momento lo podrán hacer desde su desarrollo interior y su fuerza interior.”
El trabajo sólo puede actuar en nosotros y empezar a transformarnos cuando se lo emprende desde la comprensión, el sentimiento profundo y la práctica sincera. No es un camino para el intelectual, en el sentido en que se lo entiende habitualmente en Occidente, del que estudia teorías y las tiene en la memoria. No es ni siquiera algo para comprender y sentir y luego no aplicar en todas las relaciones que tenemos con los demás y con el Espíritu Absoluto. El trabajo requiere la creencia, en algún modo, en que existe algo trascendente. Por otro lado, el trabajo es una enorme sabiduría antiquísima que posee ingentes recursos psicológicos, físicos y espirituales que pone a disposición del buscador sincero para el conjunto de su logro. El trabajo es para los que, sinceramente, desean hallar el sendero.
El recuerdo de mí parece sencillo y sin embargo requiere de mayor atención.