Observadores en las ventanas

Tratando de explicar por qué los objetos voladores no identificados parecen congregarse en determinados lugares como -a modo de ejemplo- Yakima, Piedmont o Hessdalen.

Observadores en las ventanas

Los indios yakima tienen la leyenda de que, en tiempos pasados, un hombre con los ojos rojos y grandes poderes curativos vino a vivir con la tribu. Con el tiempo envejeció, y un día les pidió a los indios que lo llevasen a un determinado lugar, en el que deseaba morir. Poco después de su muerte, un objeto del cielo se posó sobre la tierra, subió a bordo el cuerpo, y voló de nuevo a los cielos.

Esta historia puede ser solamente una curiosa parte del folclore, pero algunos ufólogos piensan de otro modo. Afirman que la reserva india de los yakima, medio millón de hectáreas de terreno escabroso en la parte central del sur del estado de Washington, en los Estados Unidos, es una de las llamadas “ventanas” -un lugar frecuentado por objetos voladores no identificados-. Algunos investigadores han llevado a cabo estudios en Yakima y otras ventanas, con la esperanza de documentar y explicar las elusivas luces y discos que parece que se ven en ellas.

La reserva de los yakima está ocho kilómetros al sur del monte Rainier, en el que el avistamiento de los platillos volantes de Kenneth Arnold en 1947 inició la actual controversia sobre los OVNIs. Sólo entre los años 1964 y 1984 hubo 186 informes de avistamientos de OVNIs en la reserva. La mayoría de ellos provenían de puestos de observación contra incendios, cuya tarea era vigilar los extensos bosques de la zona. Principalmente sus informes hacían referencia a luces nocturnas rojo-anaranjadas o blancas, que se comportaban de modo errático, a veces cerniéndose, a veces jugueteando por el cielo con una agilidad que desmentía un posible origen terrestre.

Josef Allen Hynek (1910-1986) fue un astrofísico, profesor y ufólogo estadounidense.Intrigado por el misterio de la reserva, el reputado astrónomo e investigador de los OVNIs J. Allen Hynek obtuvo respaldo para un estudio de los fenómenos de Yakima. A la cabeza del proyecto estaba un ingeniero eléctrico e investigador de OVNIs voluntario llamado David Akers. Su equipo incluía una gran variedad de cámaras, tanto para tomas en movimiento como estáticas, una de las cuales tenía acoplada una rejilla para analizar las longitudes de onda de la luz. También tenía un magnetómetro para detectar cambios en los campos magnéticos, e instrumentos para medir radiaciones nucleares e infrarrojas, y frecuencias ultrasónicas.

Una exposición de sesenta segundos muestra un OVNI moviéndose a impulsos cortos de izquierda a derecha en la reserva india de los yakima.Akers empezó una aventura de dos semanas en la reserva el 19 de agosto de 1972. Durante este período pudo hacer varias fotografías de luces distantes, anómalas, pero las imágenes eran poco claras. A pesar del interés que pudieron haber puesto en él, el trabajo en Yakima no fue concluyente.

El Dr. Harley D. Rutledge (1926-2006) fue un estadounidense profesor de física y ufólogo.Lo mismo se podría decir del proyecto Identificación, una mucho más elaborada ventana de observación centrada en la ciudad de Piedmont, Missouri. El proyecto fue iniciado por el profesor de física Harley D. Rutledge, de la Universidad del Estado del sudeste de Missouri. Con curiosidad acerca de una ola de avistamientos de OVNIs en Piedmont a principios de 1973, Rutledge visitó la ciudad y vio por sí mismo doce de las misteriosas luces celestes. El resultado de su experiencia allí fue el inicio de un estudio de siete años que empezó en 1973 e involucró a un total de cuarenta científicos, ingenieros, estudiantes y personas fuera del ámbito universitario, junto a un equipo valorado en 40.000 dólares de la época -todo lo que David Akers había usado en la reserva de Yakima y más-.

Junto a sofisticadas cámaras, el equipo llevado a Piedmont incluía cuatro telescopios, un analizador espectral y un gravímetro, que podía utilizarse para medir cambios en el campo de fuerza gravitatorio.

Luz vista desde Piedmont (Missouri) que sobrevoló la zona durante media hora antes de alejarse velozmente.El proyecto Identificación registró decenas y decenas de avistamientos, con 178 OVNIs implicados. El profesor Rutledge dijo haber realizado personalmente 160 avistamientos. Pero de nuevo, tras todo este trabajo, los investigadores partieron con abundantes fotografías a larga distancia, pero con escasos conocimientos nuevos acerca de la naturaleza y el origen de los objetos voladores no identificados.

Las ventanas de otras partes del mundo han sido también celosas de sus secretos. En un estudio de dos períodos de dos semanas cada uno en 1984 y 1985, resistentes investigadores escandinavos desafiaron a la noche ártica para comprobar informes de OVNIs en el valle noruego de Hessdalen, ocho kilómetros al sur del círculo polar ártico. En diciembre de 1981, los habitantes de la zona empezaron a ver multitud de extraños objetos en el cielo. Durante un período de cinco semanas entre enero y febrero de 1984, informaron de hasta 188 avistamientos de luces amorfas y objetos ovales o en forma de cigarro.

Leif Havik, lider de una ventana de observación en Hessdalen (Noruega), sentado frente a un refugio.Al igual que los investigadores de Piedmont, los miembros del proyecto Hessdalen estaban bien equipados, con, entre otros aparatos, radar e instrumental sismográfico. Consiguieron detectar algunos OVNIs en su radar, incluso cuando los objetos mismos no eran visibles de ningún otro modo, y obtuvieron algunas fotografías a larga distancia.

Luces fotografiadas por Havik en Hessdalen dos años antes de que empezase oficialmente el proyecto.Los miembros del equipo también dijeron haber visto extrañas luces sin ningún origen discernible. Por ejemplo, hubo una luz roja fina como un láser que se movía por la nieve a nivel del suelo, jugando alrededor de los pies de un habitante de la zona que había estado ayudando al equipo hasta que súbitamente se apagó. De nuevo, sin embargo, la observación de la ventana no pudo identificar los fenómenos locales, o de explicar por qué los objetos voladores no identificados parecen congregarse en determinados lugares.

Michael A. Persinger, neurólogo cognitivo, profesor universitario e investigador.Mientras toda esta investigación se llevaba a cabo, se avanzó una teoría para explicar no sólo las ventanas sino los OVNIs en general. Producto en buena medida del ingenio del psicofisiólogo canadiense Michael A. Persinger, la teoría proponía que los procesos geofísicos que están asociados a las fallas -o grietas de la corteza terrestre por debajo de la superficie- creaban “luces de tierra”, confundidas por algunas personas con naves espaciales. Persinger postuló que la actividad tectónica -el movimiento subterráneo de la Tierra a lo largo de líneas de fallas (Yakima, Piedmont y Hessdalen están situados sobre zonas de fallas)- comprimía los cristales de cuarzo de las rocas, liberando una forma de energía conocida como piezoelectricidad. Esta, a su vez, dijo Persinger, podría producir bolas de luz capaces de durar largo tiempo y de comportarse de modo impredecible. Además, seguía la teoría, la misma energía puede interferir con impulsos eléctricos del cerebro humano, llevando a algunas personas a confundir luces de tierra con OVNIs. Sin embargo, muchos científicos dudaron de la capacidad del cuarzo comprimido para producir energía suficiente como para imitar objetos voladores no identificados. También está en cuestión en qué forma la electricidad puede interferir en los procesos mentales en un grado importante y más, provocando alucinaciones.

Los observadores de las ventanas también rechazan la teoría de Persinger. Sin salirnos de la época, Rutledge dijo que las luces de tierra no pudieron haber constituido ni el uno por ciento de los avistamientos registrados en Piedmont.

Hessdalen está plagado de fallas, pero los investigadores no detectaron actividad sísmica durante el proyecto. Aquí, otra posible explicación atribuye el fenómeno a un proceso de combustión en contacto con el aire por parte de nubes de polvo que contienen escandio, uno de los elementos químicos pertenecientes a las llamadas tierras raras que hay en el suelo del valle.

Pero, curiosamente, los investigadores de los tres proyectos de las ventanas aquí mencionados sintieron que no sólo estaban observando a los OVNIs, sino que además interaccionaban con ellos. Hubo informes de objetos que parecían reaccionar cuando eran observados con binoculares o telescopios, o había luces que los iluminaban. Algunas veces los misteriosos objetos supuestamente emitían destellos de luz en respuesta sincronizada a acciones (mensajes de luz o voz, por ejemplo) enviadas por los investigadores, o desaparecían de pronto, como si tuviesen vergüenza de ser examinados. Incluso se dijo que algunos de los OVNIs parecían conocer, quizá mediante la intercepción de mensajes de radio o por telepatía, el horario de los observadores.

Como el profesor Rutledge mantuvo en su recapitulación del experimento de Piedmont (Project Identification: The first Scientific Study of UFO Phenomena): “Había algo más que la medida de propiedades físicas de los OVNIs por parte de observadores desapasionados. Se desarrolló una relación, un conocimiento mutuo, entre nosotros y la inteligencia de los OVNIs. Se jugaba un juego”.

El "cómo me llamo" marca nuestra vida. El nombre es nuestra tarjeta de presentación, aquello que para bien o para mal nos distingue de la masa. Nos singulariza aunque, a veces, en demasía. Lo que para unos es motivo de orgullo, parte esencial de su ser, incluso un fragmento de su propia alma, para otros es una pesada carga difícil de llevar y dura de soportar.

Los libros malditos. Una maldición ancestral pesa sobre algunos libros desde el momento mismo de su invención: a través de los siglos han existido siempre grupos o individuos empeñados en destruirlos. Así, cantidades ingentes del patrimonio cultural de la humanidad ha sucumbido a manos de estos exterminadores del conocimiento.

Viejas canciones. Siempre están ahí: rondando en las veredas o en los patios de las escuelas, repetidas día tras día, sufriendo un proceso de trasvasamiento de generación en generación, pero conservando toda la esencia y la pureza del mensaje. Cuando uno las escucha, los recuerdos se afanan por rescatar los años pasados y volver a esos días.




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