Golden Dawn

Sociedad esotérica occidental depositaria del saber hermético, cabalístico, alquímico, teúrgico, y de la tradición mágica rosacruz, entre otros, creada en Inglaterra a finales del siglo XIX.

Golden Dawn

Un día del año 1886, cuando el doctor William Wynn Westcott echaba un vistazo a un puesto de libros de Farringdon Street, dio con varios manuscritos que despertaron su curiosidad. Estaban escritos en clave, pero supuso que tenían cierta relación con algo mágico y los compró de inmediato.

William W. Westcott fue coronel, mago y francmasón nacido en Inglaterra. Reconocido como cofundador de la Orden Hermética del Alba Dorada y miembro activo de la Sociedad Teosófica.De hecho, corren distintas versiones de esta anécdota. Según una de ellas, Westcott encontró los manuscritos en la biblioteca de la Societas Rosicruciana, pero procedían en realidad de la antesala francmasónica. Según otra versión, descubrió los manuscritos en la biblioteca del vidente inglés Frederick Hockley. Francis King, historiador de la magia ritual, acepta esta última versión, si bien señala que los manuscritos llegaron hasta Westcott procedentes de la biblioteca de Hockley, a través de un clérigo llamado Woodford.

Dejando de lado el origen de los manuscritos, Westcott necesitaba a alguien para que le ayudara a descifrar el texto en clave. Eligió para este trabajo a un pintoresco personaje llamado S. L. MacGregor Mathers, que más tarde sería conservador del museo Horniman y, a la postre, una de las figuras más influyentes en el ocultismo moderno.

William Robert Woodman fue un médico británico y uno de los fundadores de la Orden Hermética del Alba Dorada.Juntos descubrieron que los manuscritos contenían el esquema de un sistema fascinante de magia técnica, además de la dirección de un adepto a este tipo de magia, la señora Anna Sprengel, de Núremberg. Westcott le escribió en octubre de 1887. A lo largo de su correspondencia, esta reveló numerosos secretos de la magia práctica, y en 1888 le concedió autorización para que fundara su propia logia de magia en Inglaterra. Eso es lo que hizo Westcott junto con Mathers y un tercer francmasón, William R. Woodman. Los tres bautizaron la nueva organización con el nombre de Orden Hermética del Alba Dorada.

El Alba Dorada fue algo más que una sociedad secreta seudomasónica. Su templo de Isis-Urania, pese a la grandilocuencia del nombre se limitaba a un conjunto más bien reducido de habitaciones situado en una callejuela inmunda, no tardó en atraer a algunas de las mentes más brillantes de la época. El astrónomo real de Escocia fue uno de sus miembros ilustres, al igual que la actriz Florence Farr, el poeta irlandés W. B. Yeats, y los literatos Sax Rohmer, Arthur Machen, conocido por su influyente literatura sobrenatural y de terror fantástico, Bram Stoker (el famoso escritor de Drácula) y Algernon Blackwood, considerado como uno de los más prolíficos autores de cuentos de fantasmas.

El atractivo que ejercía el Alba Dorada sobre personajes tan influyentes derivaba del hecho que los métodos mágicos empleados distaban mucho del conjunto de hechizos ingenuos que integran el grimorio (libro de conocimiento mágico) medieval tradicional. Lo que Westcott y sus colegas crearon fue un sistema de yoga occidental encaminado al desarrollo de la conciencia humana y, en último término, a provocar la experiencia mística.

Rosacruz de la Orden Hermética del Alba Dorada, una fraternidad de magia ceremonial y ocultismo, fundada en Londres en 1888.El sistema se basaba en la cábala judía, pero integraba numerosos elementos cristianos y algunos aspectos orientales. Practicaban magia ceremonial que incluía invocaciones a dioses de panteones extintos. Se buscó un acercamiento con el legado de los egipcios, griegos, romanos, hermetistas, gnósticos y cabalistas. La calidad literaria de muchos de tales rituales no es nada despreciable, con pasajes de alto contenido poético. También fue permitida la entrada de mujeres, convirtiéndose en una sociedad hermética de orden abierto. Su orientación era manifiestamente neopagana y amoral (es decir, no hacía distinciones entre el bien y el mal). Los adeptos de la orden aprendían el alfabeto hebreo y el sefirótico árbol de la vida, además de tarot, astrología y geomancia. Este sistema había de constituir un modelo para las organizaciones mágicas rituales, que se ha seguido hasta nuestros días.

Internamente, el Alba Dorada estaba organizada de forma jerárquica. Mathers era el líder, y le auxiliaban unos jefes secretos, de carácter misterioso y generalmente invisibles. Desde el punto de vista estructural, la sociedad se dividía en órdenes externas e internas, subdivididas a su vez en diez grados, cada uno de ellos relacionado con una esfera del árbol de la vida cabalístico. El acceso a cada uno de los grados requería la realización de un curso de estudio, la superación de un examen y la celebración de un ritual de iniciación.

El Alba Dorada prosperó durante cierto tiempo e incluso conoció una expansión modesta. (Llegó a tener un templo en Edimburgo durante varios años.) Pero, si bien algunas ramificaciones de la organización que siguen operando hoy en día en Nueva Zelanda y América proclaman descender directamente de la raíz (hay quienes utilizan el nombre Golden Dawn sin tener ninguna relación con ella, sólo por la impresión que tal apelativo produce en la gente que tiene algún conocimiento esotérico, o por otras razones desconocidas), parecen existir argumentos más que sobrados para pensar que la orden original se desmoronó bajo el impacto de las maquinaciones políticas de su miembro más notorio, Aleister Crowley.

Envuelto en un halo de misticismo, William Butler Yeats ha sido una de las figuras más representativas del renacimiento literario irlandés.Crowley, quien demostró ya en su juventud unas aptitudes naturales considerables para la magia, alcanzó los primeros grados en muy poco tiempo, y provocó más tarde una escisión de la que la orden no logró recuperarse jamás. Tal cisma se produjo cuando Crowley se presentó a una nueva iniciación, pero fue rechazado por el jefe de la sociedad, W. B. Yeats. El irlandés detestaba a Crowley, y es posible que este sentimiento fuese injusto. Pero Crowley no era un hombre que se dejase vencer por las adversidades, y entonces viajó a Francia donde fue iniciado por MacGregor Mathers, a la sazón residente en París. Después regresó a Londres para exigir los documentos y rituales de su reciente grado, pero fue nuevamente rechazado por Yeats. El conflicto culminó en una acción legal, y la orden, que exigía a sus miembros que prometieran bajo juramento guardar el más estricto secreto, lavó los trapos sucios en público. La situación ya no volvería a ser como antes. Cuando Dion Fortune ingresó en el Alba Dorada en calidad de miembro, la institución, antaño poderosa, estaba ahora integrada por “ancianos pendencieros”. Por su parte, Aleister Crowley, poeta siniestro y practicante de magia negra y de magia sexual, junto a otros disidentes crea una secta rival, el Astrum Argentum (“estrella de plata”), ordenada internamente de la misma manera que la Golden Dawn, ferozmente anticristiana y satánica, y se afilia a otras organizaciones iniciáticas como la Orden de los Templarios Orientales. Dandi depravado, a la vez que perverso, se definía a sí mismo como “santo de Satanás”.

El mágico encanto de las velas. Lo mismo son icono de relax y romanticismo que de la vida y la muerte. Están en todos los ritos, templos y hasta en los cumpleaños, porque de ellas depende que se cumpla un deseo. Siempre envueltas de un halo místico, ¿qué fuerza esconden esas pequeñas llamas que llevan una eternidad hechizando al hombre?

¿Por qué somos como somos? La personalidad se compone de tres estados básicos: padre, adulto y niño, que hacen actuar al individuo de una u otra manera, según sea el momento en que se encuentra. Cada una de ellas es una diferente manifestación del yo. Y de las tres formas puede reaccionar una persona ante una situación concreta.

Reglas de oro para ser feliz en pareja. Tener desavenencias no significa que no haya cariño, sino simplemente que hay distintas maneras de ver una misma realidad. Nunca hay que perder el respeto a la libertad del otro. Muchas parejas han fracasado porque uno de sus miembros, el hombre o la mujer, está convencido de que el amor puede cambiar a la otra persona.




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