Ciertos esquemas de la evolución esotérica insisten en que, allá por las épocas más remotas de la prehistoria, los predecesores de la Humanidad estaban dotados de un tercer ojo, situado en medio de la frente y que les permitía contemplar directamente los predios espirituales. Durante los millones de años transcurridos desde entonces, según estas teorías ocultistas, ese órgano se atrofió, se fue hundiendo poco a poco en el cerebro y la percepción espiritual casi llegó a perderse.
Lo más notable es que existen algunos indicios científicos de que todo esto puede ser algo más que una fábula sugestiva. Se ha descubierto que la glándula pineal, órgano diminuto que se oculta entre los repliegues cerebrales y aproximadamente en la posición que correspondería al legendario tercer ojo, conserva cierto grado de sensibilidad a la luz, motivo por el cual algunos estudiosos teorizan que debe ser el residuo evolutivo de un posible órgano de la visión.
Los ocultistas suelen creer que la glándula pineal tiene una actividad superior a la normal en los individuos dotados de facultades psi; además, afirman que puede ser estimulada con el fin de mejorarla. En sus obras internacionalmente conocidas, el autor esotérico Lobsang Rampa afirma que durante su iniciación como lama tibetano sufrió una intervención quirúrgica con el fin de insertar en su cerebro una astilla de madera que activaría el tercer ojo. Otras autoridades aseguran que mediante la acupuntura pueden conseguirse resultados, en esencia, similares; la operación consiste en estimular un punto situado entre las cejas y que los chinos denominan “puerta de acceso a la preciosa pulgada cuadrada”. En algunos casos puede ser suficiente un vigoroso masaje sobre la zona. Para muchos adeptos de yoga la intervención física es innecesaria, ya que pueden activarse el órgano mediante un proceso de concentración y de visualización.
El teosofista Gottfried de Purucker escribió en los años veinte del pasado siglo acerca de la glándula pineal y la evolución de la humanidad (desde una perspectiva más bien espiritual que biológica): “Incluso ahora la glándula pineal es la fuente del conocimiento intuitivo. Siempre que tenemos un presentimiento, esta glándula está vibrando suavemente; cuando tenemos una inspiración o un destello de entendimiento intuitivo, vibra más fuertemente. Sin embargo, no le va muy bien, debido principalmente al trabajo de los dos ojos físicos, los cuales la superan. A medida que pase el tiempo los dos ojos se harán lentamente cada vez más perfectos en cuanto a su función, pero mermarán en importancia, y el “primer ojo” mostrará su verdadero valor”.
Hasta época relativamente reciente, la ciencia no logró establecer la función de la glándula pineal, pero últimamente se ha descubierto que es uno de los factores del crecimiento orgánico y que cataliza los cambios hormonales de la pubertad. Como glándula, segrega una sustancia llamada serotonina, que tiene en sí misma ciertas vinculaciones místicas, ya que se halla también, y muy concentrada, en los frutos del árbol bajo el cual se sentó el Buda cuando alcanzó la iluminación.