En 1877 Madame Blavatsky publicó una peculiar obra en dos tomos, asombrosamente destinada a convertirse en un best seller. El libro se titulaba ‘Isis sin velo’ y pretendía ser “la clave maestra de los misterios de la ciencia y la teología, antiguas y modernas”. Afirmaba también, lo mismo que otra obra posterior suya, ‘La doctrina secreta’, que los destinos de la humanidad son controlados y guiados por una hermandad esotérica de los Maestros Ocultos.
Estos maestros se describen como entidades sobrehumanas, dotadas de poderes místicos, que se ocultan en las estribaciones tibetanas del Himalaya. La misma Blavatsky pretendía haberlos visto cara a cara, haber aprendido gran parte de su sabiduría y haber sido elegida, precisamente, para divulgar la noticia de la existencia de aquellos en el mundo occidental.
En esta misión, Blavatsky pudo contar con la ayuda de un director de prensa de la India británica, míster Alfred P. Sinnett, que empezó a publicar unas cartas escritas por dos miembros de la hermandad mística en donde se describía una visión del mundo tan misteriosa como romántica.
El interés del público hacia los Maestros Ocultos, que culminó en la prosperidad de la Sociedad Teosófica fundada por Blavatsky, se ha revelado notablemente duradero. En 1923 se publicaba todavía una recopilación de las cartas de Sinnett, y las reimpresiones siguen siendo comercialmente viables.
Los Maestros Ocultos del tándem Blavatsky/Sinnett forman evidentemente parte de la tradición esotérica oriental, más o menos aceptada en los mismos términos en que la describió Blavatsky por quienes en Oriente manifiestan interés hacia estos asuntos. Existe no obstante una tradición esotérica occidental inspirada en la Cábala, que propone una doctrina sumamente parecida.
Estas enseñanzas se divulgaron por primera vez durante el Renacimiento, cuando apareció un opúsculo titulado ‘Fama Fraternitatis’, en el que se describía la existencia de una “Hermandad de la Rosa Cruz” cuyos adeptos ocultos eran los guías sutiles de los destinos de Europa.
El concepto de los Maestros Ocultos conoció una prolongación durante el siglo XIX, con la creación de la Orden Hermética del Alba Dorada, uno de cuyos más excéntricos líderes fue el escritor y erudito británico MacGregor Mathers, el primero en anunciar que las estructuras mundanas de la Orden escondían la existencia de ciertos Jefes Secretos, de quienes él recibía instrucciones. Estas versaban sobre la conducción de la Orden y sobre el tipo de doctrinas que la misma debía postular.
Aparte el detalle de no ser (necesariamente) tibetanos, los Jefes Secretos con arreglo a la descripción de Mathers parecían más o menos idénticos a los Maestros Ocultos de Blavatsky. Cultivaban las artes esotéricas, velaban por los intereses de la humanidad e intervenían sutilmente para guiar los destinos de la raza humana. Lo mismo que la señora Blavatsky, Mathers afirmaba la realidad física de sus Jefes Secretos; incluso decía haberse tropezado con dos de ellos, una vez, durante un viaje en tren. Pero también mantenía que muchos de estos seres sobrenaturales, si no todos, pasaban la mayor parte de su vida bajo forma espiritual, y sólo se encarnaban ocasionalmente y obedeciendo a misiones especiales.
Aunque hoy siguen existiendo logias del Alba Dorada en Estados Unidos y Nueva Zelanda, la rama británica de la organización sufrió una grave decadencia hacia la vuelta del siglo, y estaba más o menos difunta después de la I Guerra Mundial. En cambio la tradición esotérica occidental fue continuada por una nueva organización británica, llamada la Sociedad de la Luz Interior, que había sido fundada por una iniciada del Alba Dorada, de nombre Violet Penry-Evans, pero más conocida por su seudónimo literario de Dion Fortune (inspirado en el lema de familia “Deo, non fortuna” -en latín: “Dios, no el destino”-). Lo mismo que Blavatsky y Mathers, Dion Fortune aseguraba la existencia de los Maestros Ocultos (a quienes ella llamaba “adeptos del plano interior”), y que eran los verdaderos directores de la sociedad creada por ella.
Dion Fortune aseguró sin rodeos que sus adeptos del plano interior englobaban tanto a los Maestros Ocultos de Blavatsky como a los Jefes Secretos de Mathers (es decir, que afirmaba que las mismas entidades que se habían comunicado antes con ambos ahora se hallaban en comunicación con ella). No obstante, sugería que el hábitat natural de los maestros eran el plano astral y otros niveles aún más espirituales, y que por aquel entonces apenas frecuentaban ya el plano físico.
Al principio la sociedad de Dion Fortune recurrió al trance de los médium para hablar con los maestros, por analogía con los procedimientos espiritistas, pero luego se desarrolló un tipo especial de individuo sensible, llamado “mediador”. Eran por lo general mujeres con la facultad específica de ver las cosas del plano astral; como esto no precisaba de ningún trance, se suponía que los mensajes no estarían sometidos a tantas distorsiones.
–>ACLARACIÓN DE ALGUNOS TÉRMINOS USADOS
Tradición esotérica occidental: Un cuerpo de conocimiento oculto basado principalmente en la Cábala judía, pero que incorpora elementos egipcios, caldeos, celtas y de la mística cristiana, junto con materiales tomados del gnosticismo, de los cátaros y de las religiones mistéricas clásicas, en particular las de la antigua Grecia. Sus adeptos actuales incluso recurren a las prácticas de la disciplina yoga y a las doctrinas teosóficas, que en realidad forman parte de otra tradición paralela, pero distinta, la esotérica oriental.
Adeptos del plano interior: Son entidades sobrehumanas que se manifiestan en el plano astral (aunque se supone que normalmente tienen su residencia real en dimensiones todavía más remotas), en orden a orientar la evolución de la humanidad a través de contactos ocultos.
Médium: Término espiritista que denota a la persona dotada de la facultad de servir como intermediaria entre los vivientes y los espíritus difuntos. Hay muchos tipos diferentes de médiums. Algunos captan sólo “impresiones” de mensajes procedentes del “Otro Lado”; otros escuchan o incluso producen voces; de algunos se apodera el espíritu difunto durante un proceso transitorio llamado posesión benigna, y otros afirman ser en realidad espíritus materializados en una forma física. Un denominador (bastante) común entre los médiums es la presencia de un espíritu guía que actúa como introductor de los espíritus que desean servirse del médium para comunicar… ¡aunque a veces se vea obligado a expulsarlos! El movimiento espiritista propiamente dicho es relativamente reciente, ya que tiene sus orígenes en el siglo XIX, pero existen paralelismos evidentes entre los fenómenos mediúmnicos y ciertas prácticas chamánicas de antigüedad prehistórica.