A lo largo de la Historia nada ha preocupado tanto a la humanidad como la existencia o no de un “más allá”. Conceptos como el del reino de Dios, la llegada del Mesías, la resurrección de los muertos, el Juicio Final, el paraíso y los infiernos no se dan solamente en el cristianismo. Tales conceptos tienen versiones de origen egipcio, persa, judío y, muy abundantemente, oriental. Provienen, en términos generales, de motivaciones arraigadas en la propia naturaleza humana, según el decir de algunos. Pero es en la dimensión que el cristianismo les otorga donde tales conceptos adquieren su importancia.
El cristianismo, por irracional, esto es, por apartarse de las antiguas culturas basamentadas en el uso de la razón, conlleva un mensaje nuevo que prontamente cala en los grupos humanos menos cultos. Sus valores, desde un punto estrictamente literario, son los propios a lo fantástico.
CARACTERÍSTICAS
No se rinde culto a la belleza ni a la alegría de vivir en la tierra: por el contrario, se intenta remover las profundidades del sentimiento, expresando un anhelo espiritual de redención y de preocupación por la llamada salvación del alma, con la esperanza puesta en una supuesta vida futura. Evidentemente, semejante explosión de fe en un salvador sobrenatural, y el deseo de eternidad, marcan el principio de un cambio en la mentalidad de la época y en la época misma. El más allá, a pesar de ser concepto absolutamente fantástico, pasa a ser pues, imagen de la vida terrenal.
SAN PABLO
Poco después de la muerte del llamado Salvador, Pablo, un apóstol de la nueva causa, orienta la doctrina y la difunde con la intención de constituirla en religión universal. Se dirige a los llamados paganos, lo que le vale el calificativo de “Apóstol de los gentiles”. Se cuenta que en un principio fue rabino y escriba, además de adversario del cristianismo. Tras su conversión en Damasco (hacia el año 36 d. de J. C.), acepta la doctrina del llamado Redentor y se convierte en uno de sus más ardientes defensores. Pablo es, sin duda, el primer escritor cristiano. Su obra cumbre, las cartas, o Epístolas, es lo que nos transmite el Nuevo Testamento. Tales obras son, evidentemente, y al margen de las creencias personales de cada cual, uno de los más asombrosos conjuntos de la historia de la religión y de la Iglesia. Hay quien sostiene que cada una de tales epístolas se halla inspirada en hechos constatados. Literariamente hablando -y sólo literariamente hablando- son hermosas.
LITERATURA DEL NUEVO TESTAMENTO
Se inicia con la primera de las cartas de Pablo, que es la dirigida a los cristianos de Tesalónica en el año 52 d. de J. C. Las siguientes epístolas se hallan entre los textos doctrinales del Nuevo Testamento, junto a otra colección de cartas que en realidad fueron escritas por autores varios después de la muerte del apóstol, surgidas quizá de una escuela que nació y creció en torno a su figura. A pesar de que hasta catorce cartas de Pablo se han considerado auténticas, las investigaciones más recientes señalan que no puede afirmarse tal cosa en absoluto.
CARACTERÍSTICAS DE LA EPÍSTOLA
Pablo da muestras de gran capacidad para la creación de imágenes, de parábolas y de otras figuras propias a la retórica. Sus preguntas, sus transposiciones de ideas, las muchas antítesis y concatenaciones, reflejan la emoción de una creencia firme, de una pasión desbocada y de una amplia cultura que el apóstol tenía, evidentemente, desde sus tiempos de rabino. Pablo es, por ello, el primer autor del Evangelio de Cristo. Sus epístolas perduraron mucho más allá de la ocasión en que fueron escritas, e hicieron de su autor una de las personalidades más influyentes de la Historia de la cristiandad.
El objetivo de estas cartas es dar instrucciones a los cristianos sobre el modo de comportarse y responder a sus inquietudes. En general el autor da ánimos a sus lectores y responde a sus preguntas o preocupaciones (Tesalonicenses y Corintios), en ocasiones los reprende (Gálatas y Segunda epístola a los Corintios) y a veces les escribe como muestra de agradecimiento por su comportamiento (Filipenses). En las llamadas epístolas pastorales el tema central es la organización interna de la iglesia (obispos, presbíteros, diáconos, etcétera). Pero aunque tuvieron por función inmediata abordar problemas resultantes de situaciones concretas, es muy verosímil que las comunidades a las cuales estas cartas estuvieron dirigidas las atesorasen y pronto las compartieran con otras comunidades. Así, resulta altamente probable que hacia fines del siglo I estos escritos ya existieran como corpus, resultante del trabajo de una escuela paulina que recopiló (y amplió) sus epístolas para conformar el legado escrito del apóstol. El hecho de que surgieran escritos pseudoepigráficos (o deuteropaulinos), lejos de quitarle notoriedad a san Pablo la incrementa, porque significa que una escuela depositaria de su legado recurrió a la autoridad del apóstol para validar su obra.
EL APOCALIPSIS
Cuando el terror desencadenado por Nerón se hallaba en su punto más alto, aparece esta obra. Libro misterioso, rico en fantasía, visionario, es el más poético de cuantos conforman el Nuevo Testamento. En el año 66, y en Palestina, los judíos se sublevan contra los romanos. Por aquel tiempo, judíos y cristianos veían tales luchas con simpatía, pues iban dirigidas contra el enemigo común: Roma. Fue por aquel entonces cuando se hizo la primera redacción del Apocalipsis, o Libro de la Revelación, ya que en él se da noticias del suicidio de Nerón, quien, en el verano del año 68, efectivamente, hace que le atraviesen la garganta con un puñal, tarea que le pide a un liberto que ejecute. Igualmente, se desprende de la narración, que aún existía el templo de Jerusalén, destruido por Tito en el año 70. Se atribuye el Apocalipsis al apóstol Juan, y se dice que lo escribió cuando se hallaba desterrado en la isla de Patmos. Pero se cree que no fue objeto de una redacción definitiva hasta el año 93, en tiempos de Domiciano.
CARACTERÍSTICAS DEL APOCALIPSIS
Es una obra que se enlaza con la literatura poética del Antiguo Testamento y, más exactamente, con el Libro de Daniel, que anuncia el inminente fin del mundo. El porvenir está escrito en ‘El libro de los siete sellos’. Abundan las imágenes plásticas, dramáticas, del fin que se avecina. Los cuatro Jinetes, símbolos de la peste, de la guerra, del hambre y de la muerte, someten a la humanidad a duras pruebas. Los ángeles, con trompetas, anuncian al mundo su castigo. Después del séptimo ángel comienza la batalla final, que, capitaneada por Cristo, arremete contra la cortesana Babel, contra Roma y contra el Emperador. Se denomina a Nerón como el Anticristo. Satanás es lanzado al abismo, y los mártires resucitan. En el Apocalipsis, la sensualidad inherente a toda obra literaria fantástica se nos muestra en consonancia con una gran capacidad de abstracción. Es un libro que ha influido grandemente en la poesía visionaria, e incluso en el más reciente surrealismo.
Lecturas recomendadas: El Antiguo Testamento. El Nuevo Testamento.