La naturaleza del cutis y su entorno, su momento presente y su evolución futura son factores a tener en cuenta a la hora de elegir un tratamiento idóneo. La piel de la cara es tremendamente delicada por lo que debería limpiarse no menos de dos veces al día (por la mañana y por la noche independientemente de si usamos o no maquillaje). Tampoco más ya que la limpieza excesiva reseca la piel, pero un correcto cuidado de la misma en función de nuestro tipo de piel será necesario para conservar una apariencia joven y saludable, además de que una piel sin impurezas aprovechará mucho mejor los beneficios que pueda otorgarnos cualquier producto. (Recuerda siempre que si tu piel tira tras el lavado y es fina como el papel, tienes el cutis seco; en cambio, si brilla, es gruesa y tiene el poro dilatado, lo tienes graso.)
A continuación tú misma puedes diagnosticar tu tipo de problema y aplicar en consecuencia la solución adecuada para combatirlo:
PIEL SENSIBLE
Picores, descamación, rojeces, granos, ardor, escozor e inflamación son algunos de los síntomas que delatan un desequilibrio en los mecanismos cutáneos de defensa. A esta respuesta exagerada frente a factores externos, se suma la extrema reacción de las terminaciones nerviosas a factores internos.
Tratamiento: El objetivo es recuperar el confort perdido y calmar la piel, normalizar los mecanismos de defensa y restaurar la capa córnea para que ejerza como barrera eficaz frente a agresiones como el sol, la polución e incluso, los cosméticos. Dado que las pieles sensibles son proclives a las alergias y envejecen antes, hay que prevenir con productos hipoalergénicos, envasados al vacío y sin perfumes, colorantes, emulsionantes o conservantes. Los cutis secos por frágiles, y los grasos, por las bacterias del sebum, agradecen el uso de aguas termales en estados irritativos.
PIEL SECA
Aspecto mate, poro cerrado y textura fina. Este tipo de cutis es muy bonito en su juventud, pero envejece antes, marcando líneas precoces en el contorno de los ojos al gesticular. La condición seca de la piel a menudo conlleva descamación, rojeces, falta de confort e irritaciones. Evoluciona con la aparición paulatina de arrugas, que al principio son finas, pero después marcan las zonas de gran tensión en frente, surco nasogeniano, línea de marioneta y sobre todo, patas de gallo. La falta de luminosidad, los capilares visibles y las manchas son comunes en la madurez, sobre todo si se ha hecho caso omiso de la protección frente al sol y la intemperie.
Tratamiento: El objetivo es retener el agua, mejorar su circulación entre las células y reforzar la función barrera de la capa córnea. La protección antioxidante es importante para prevenir su deterioro prematuro. El aporte de humectantes en la juventud es tan fundamental como la de lípidos, una vez cumplidos los 40.
PIEL GRASA
Poro dilatado, textura gruesa, brillo, puntos negros y granos eventuales. La incomodidad física, así como la sensación subjetiva de suciedad y pesadez, acompaña a una de cada cuatro mujeres a partir de la pubertad, que es cuando la presión hormonal estimula la producción de sebo. Junto al rastro oleoso y la dificultad para mantener el maquillaje, está la posibilidad de padecer acné, una enfermedad del folículo pilosebáceo que cursa con seborrea, proliferación bacteriana e hiperqueratinización. El cutis graso, mixto en el mejor de los casos, es problemático y exigente en la juventud, pero envejece más tarde y evoluciona sin arrugas hasta los 50. Pasada esta barrera y debido a su grosor, acusa con intensidad los signos de flacidez.
Tratamiento: Consiste en normalizar la glándula sebácea y frenar el exceso de sebo, sin efecto rebote. La limpieza es fundamental para eliminar el brillo antiestético y evitar la proliferación de bacterias y hongos, responsables del acné. La exfoliación sistemática para desincrustar la suciedad y eliminar las células muertas que taponan los poros, es de vital importancia, siempre y cuando no existan cuadros infecciosos. No debe olvidarse la protección solar ni la hidratación oil-free con productos matificantes. Cumplidos los 40 hay que recurrir a las fórmulas antiedad en texturas tipo gel.
PIEL MADURA
Deshidratación, venitas visibles, manchas, arrugas, falta de luminosidad y de densidad. Debido al descenso de estrógenos, la piel acusa una dramática disminución de la renovación celular a partir de los 50. La presencia de eventuales escamitas, irritaciones y sequedad se debe a la escasa producción de lípidos y sudor. La permeabilidad vascular causa la aparición de telangiectasias (arañas vasculares) y el fallo de la melanogénesis, un mayor grado de hiperpigmentación. Los cambios morfológicos afectan a las fibras de colágeno y elastina, así como al grosor de la epidermis.
Tratamiento: Es fundamental la aportación de ácidos grasos que restauren la barrera hidrolipídica, de oligoelementos que estimulen el metabolismo celular y de vitaminas como la C, que igualen la tonalidad, recuperando el resplandor. Igualmente, son importantes activos como el calcio y el silicio para reestructurar las fibras elásticas y de sostén, así como el ácido hialurónico, que rellena arrugas superficiales y combate la falta de densidad en la dermis.
A MODO DE CIERRE
Identificado el problema y con la solución apuntada en los párrafos anteriores, recordad que para ayudar a mantener un cutis bonito importante también será: a) mantener nuestras ocho horas de sueño diario, intentando conservar una rutina en este aspecto yéndonos a dormir y levantándonos a la misma hora; b) que el tabaco es tremendamente perjudicial para la belleza de cualquier tipo de piel, ya que actúa apagando su brillo y color. Fijaos y observaréis que normalmente las personas muy fumadoras acostumbran a tener un color amarillento y apagado de piel. Así que toca elegir: piel bonita o cigarrillo y nicotina; c) finalmente, la dieta será otro gran aliado de nuestra belleza. Verduras, frutas, proteínas y grasas en cantidades pequeñas deberán estar presentes en nuestras comidas. Y por supuesto, el agua, que nunca falte. No menos de un litro y medio cada día para hidratar generosamente nuestra piel y organismo.