Sabemos que somos lo que comemos, pero también nos afectan muchísimas otras cosas al margen de la alimentación: como todo aquello que nos rodea, el cómo nos sentimos, de qué manera dormimos… pero hoy vamos a centrarnos en todas esas pequeñas rutinas que a diario realizamos y que no son demasiado buenas para la salud de nuestra piel: hábitos fácilmente evitables que de hacerlo hará que luzcamos más hermosas (por dentro y por fuera) y para lo que no necesitamos gastarnos dinero, a saber:
–No dormir bien o trasnochar es un maltrato enorme para el cutis porque durante la noche descansa de nuestros continuos gestos y se renueva desde dentro. Por si esto fuera poco, trasnochar suele significar un extra de humo, maquillaje, bacterias… por todo lo que rodea a la fiesta nocturna. Y ya que estamos hablando del sueño, importante será saber que dormir de lado, aunque probablemente sea la postura que resulta más cómoda para pasar la noche, no es muy recomendable para el cutis ya que aplastamos la cara contra la almohada durante demasiadas horas, dejándonos marcas y complicando la circulación de la zona. La mejor opción es boca arriba.
–Fumar, mascar chicle, ¡utilizar pajitas! Y es que los delicados tejidos de alrededor de nuestros labios son de los primeros en mostrarle al mundo el paso inexorable de los años por lo que añadirles tensión extra con las pajitas, pero sobre todo con el cigarrillo, es pésima idea. (Más allá de la salud: cáncer, úlceras… si lo que quieres es envejecer rápido: piel arrugada, dientes amarillos… si eres fumadora: ¡“enhorabuena” porque estás en el buen camino!).
-Estar mucho tiempo delante de la pantalla del ordenador también es contraproducente para nuestra belleza. El motivo es que, aunque no nos demos cuenta, mientras respondemos correos electrónicos o leemos largos informes en nuestro puesto de trabajo…, estamos frunciendo el ceño como si estuviésemos enfadadas. Esto provoca profundas arrugas alrededor de los ojos y en la frente. Además, el mirar hacia abajo muchas horas como cuando usamos el teléfono móvil acaba aflojando los tejidos del cuello, lo que deriva en la temida y horrible papada. Poco podemos hacer si nuestro empleo es sedentario, pero al menos podemos subir la pantalla para tenerla al nivel de la vista, usar el móvil por necesidad y no por mero vicio o aburrimiento, intentar no poner caritas raras y relajar el cuello y los ojos siempre que nos acordemos de hacerlo.
–Frotarnos los ojos es en ocasiones imposible de evitar pero sí podemos intentar controlarlo un poco cuando el sueño nos acecha o llevamos demasiado tiempo trabajando con la vista: así que mucho mejor lavarnos la cara con agua fría o utilizar una toallita húmeda… la delicada piel de los párpados nos lo agradecerá enormemente.
–Adelgazar de golpe. Una mujer muy delgada, sobre todo si ha perdido peso de una manera muy rápida, se le queda la cara chupada y la piel colgante, seca y sin vida. El rostro es uno de los primeros sitios en los que notamos la pérdida de peso, por eso hay que tener cuidado extra si estamos en plena dieta.
–Tomar el sol o no ponernos crema con al menos SPF 15 (o confiar tan solo en el factor del maquillaje). Esto ya es por salud, pero las más coquetas deberían tenerlo en cuenta a la hora de conservar un cutis joven. El sol excesivo y sin protección nos añade años estéticamente (no hay nada más peligroso que una mujer demasiado morena) y lo que es peor todavía, nos provoca arrugas y manchas… por no hablar del riesgo de melanoma. Tampoco es buena idea confiar completamente en un maquillaje con factor de protección. Lo mejor: ¡crema todo el año! Recuerda que durante el invierno e incluso si estás dentro de un vehículo, los poderosos rayos del sol también pueden alcanzarnos y dejarnos arrugas profundas y visibles de recuerdo.
–Explotarnos los granitos no es una manía propia de adolescentes. Muchas mujeres conservan esta mala costumbre y van a la caza del grano nada más divisarlo sin ser conscientes de que la piel con la edad pierde capacidad de regeneración por lo que podemos hacernos una feísima cicatriz en plena cara y luego haber cómo la borramos.
–No estires tu piel cuando te apliques el maquillaje ya que esta práctica crea arrugas. Deberías ponerte tus distintos cosméticos como todos van a verlo, y no con la boca estirada y abierta o tus cejas levantadas. Tampoco te presiones y estires los ojos para delinearlos. Se trata de mover tu rostro cuando te maquillas, no de estirarlo para que quede plano.
Y hay que desmaquillarse siempre antes de irse a dormir: los cosméticos se aferran a todos los contaminantes ambientales a los que nuestros rostros se exponen a lo largo del día. Los poros pueden llegar a bloquearse a causa del maquillaje y, de la misma manera, pueden recolectar y almacenar radicales libres, lo cual hace que se reduzca el colágeno y, como consecuencia, se desarrollen las famosas arrugas. Es por eso que resulta muy importante limpiar e hidratar la piel antes de acostarse (al igual que por la mañana) a fin de mantenerla joven y con aspecto saludable.
–Usar productos que no son para nuestro tipo de cutis. Puede parecer una tontería pero dañamos nuestra piel (y por lo tanto nos añadimos años) si la sobrealimentamos o si por el contrario no le damos aquello que necesita. Hay que conocerse bien antes de lanzarse a la sección de cosmética precisa.
Y no varíes de productos de belleza con frecuencia. La eficacia de un producto no suele verse de la noche a la mañana, tienes que ser constante con el tratamiento para ver sus efectos. Pero de igual modo, si un producto te funciona no tienes por qué cambiarlo. La idea de que la piel se acostumbra a las cremas y de que estas dejan de ser efectivas es un mito tan extendido como falso. ¡Si tu crema funciona, no la cambies!, excepto si tu piel cambia y presenta condiciones diferentes (manchas, arrugas, acné…).
–Lavarnos la cara con jabón. Es una regla de oro para mantener la hidratación natural de la piel (aplicable a todo el cuerpo) el buscar siempre geles libres de jabón. Dejaremos inmediatamente de tener esa sensación tan molesta de tirantez y nuestra piel respirará aliviada y feliz.
Por cierto, la exfoliación es importante para eliminar las células muertas e impurezas y lucir una piel radiante y suave, pero no hay que pasarse. La exfoliación muy fuerte y aplicada con frecuencia no es buena porque puede provocarnos irritaciones y sobre todo si tenemos la piel sensible debemos extremar las precauciones, hacerla de manera suave, sin frotar excesivamente y sólo una vez por semana.
-Llenar la bañera de agua caliente y sumergirnos un rato en ella es un acto muy apetecible y relajante, sobre todo después de un mal día… Pero debes saber que el agua caliente no es buena para la piel porque elimina la grasa y los aceites naturales que esta tiene provocándonos sequedad. Además, el agua caliente es contraproducente para las pieles atópicas. Mejor una ducha de agua tibia para mantener nuestra piel suave, fresca y joven.
Elimina de tus costumbres diarias todos estos malos hábitos de los que hemos hablado que tanto perjudican a nuestro cutis y estarás ayudando activamente, junto a una dieta sana y equilibrada y un estilo de vida saludable, a conseguir el sueño de cualquiera de nosotras: mantener una piel joven, sin arrugas, luminosa, suave y tersa.