En cierta ocasión dijo: “Yo soy una pluralidad de seres, un conjunto que se llama Goethe”. Y tenía razón, ya que todo aquel que intente una completa biografía de Johann Wolfgang von Goethe se encontrará con un gigante y multiforme creador, pues siendo imposible dejar de estudiar exhaustivamente al poeta, al dramaturgo y al novelista, tampoco se podrá eludir referirse a su dedicación entusiasta a los quehaceres científicos (morfología, botánica, óptica, geología, teoría de los colores, etc.) o a su inclinación a transitar, hasta su vejez, por el camino del amor.
El genio de Goethe consistió en una reflexión profunda sobre la vida del hombre y su destino, reflexión que extendió a la naturaleza toda. Se expresó en la literatura creando obras de imaginación, no ajenas a sus propias experiencias, pero pudo hacerlo también como un Leonardo o un Miguel Ángel en la pintura o la escultura, en el sentido de que sus libros y poemas ejemplifican con su grandeza y concepción todas las artes, como los cuadros y esculturas de aquellos creadores.
WERTHER, UN LIBRO QUE CONMOVIÓ AL MUNDO
Goethe, nacido en Fráncfort del Meno (Alemania) el 28 de agosto de 1749, se proyectó a la fama merced a una novela que tituló ‘Los sufrimientos del joven Werther’, que es la historia de un amor que impulsa al suicidio.
El libro se publicó en 1774 (cuando Goethe tenía 25 años) y produjo una conmoción tal, que, al convertirse en el prototipo de la novela romántica, se trocó también en arma peligrosa, pues no sólo fue imitado y parodiado, sino que también algunos lectores siguieron el trágico camino de su protagonista.
La “fiebre de Werther” que se originó causó tal preocupación entre las autoridades y otros autores que uno de ellos, Friedrich Nicolai, decidió escribir un final alternativo para la novela, que resultaría más agradable, llamada ‘Las alegrías del joven Werther’, evitando el suicidio. Goethe encontró esta versión tan desagradable que empezó una enemistad literaria con Nicolai que duraría toda la vida.
No obstante, si bien el libro original fue prohibido en algunos lugares (Leipzig, por ejemplo), en otras ciudades de Alemania se imprimieron dieciséis ediciones (años después, Werther fue el libro de cabecera de Napoleón, quien se lo confirmó personalmente a Goethe en 1808).
SUS PRIMEROS IDILIOS JUVENILES
Goethe, que era hijo de un rico burgués distinguido con el título de consejero imperial (Johann Caspar Goethe) y de Katharina Elisabeth Textor, hija del alcalde de Fráncfort, recibió una esmerada educación privada (no fue a la escuela primaria): griego, latín, hebreo, inglés, francés, nociones de arte, ciencias naturales e historia.
Pero el pequeño Johann tenía algunos momentos libres y los dedicaba para conversar, con no disimulada ternura, con la hija de un posadero. Se trataba de Gretchen, una niña como él; pero un día de 1765 (a los 16 años de edad) hubo de marcharse a Leipzig para estudiar leyes. Allí, se enamoró de Anna Katharina Schönkopf, hija de un tabernero, quien le inspiró ‘Nuevas Canciones’ y ‘Libro para Annette’.
En 1771, Goethe fue a Estrasburgo a continuar sus interrumpidos estudios. Allí conoció a Johann Gottfried Herder -escritor, filósofo y crítico enjundioso-, quien lo llevó al conocimiento de la literatura shakesperiana y a interesarse por el drama histórico y la poesía popular. De esa época data un nuevo amor: Friederike Brion, hija del párroco de Sessenheim. Esta hermosa joven le inspiró poesías de tonalidades completamente nuevas dentro de las letras alemanas. Pero él, una vez obtenido su título de abogado, regresó sorpresivamente a Fráncfort, donde ejerció su profesión y continuó escribiendo (himnos en versos libres y una historia dramatizada sobre un caballero del siglo XVI). Además, comenzó el Fausto (personaje de una leyenda alemana, un nigromante que se burlaba de Dios y del diablo y que vende a este su alma a cambio de bienes terrenales).
PERSONAJES REALES DE UNA GRAN NOVELA
En 1772 viajó, como abogado, a la ciudad de Wetzlar, donde conoció a tres personas que, dos años después, figurarán en su famoso Werther. Son ellos: el abogado Joseph Kestner, la prometida de este, Charlotte Buff, y el joven Karl Jerusalem, hijo de un teólogo protestante.
Goethe se enamoró de Charlotte, pero fue rechazado y volvió a Fráncfort. Allí se enteró de que el joven Jerusalem se había suicidado por un amor imposible. Unió estos hechos y se encerró en su cuarto para escribir una de las más hermosas y románticas novelas: ‘Los sufrimientos del joven Werther’. En ella, Werther (Jerusalem) se suicida por el amor de Lotte (Charlotte), esposa de Albert (el abogado Kestner).
El éxito fue sensacional, pero ya para ese entonces Goethe vivía una relación sentimental con Lili Schönemann, a quien dedicó magníficas poesías, pese a las cuales la ruptura se concretó en 1775. En noviembre de ese año viajó a Weimar para ponerse a las órdenes del duque Carlos Augusto, quien lo nombró consejero secreto y le encomendó la dirección de las minas, de las carreteras y del teatro local. Además, el emperador José II le impuso un título de noble.
EL PERIODO MÁS FELIZ DE SU VIDA
En 1786, queriendo liberarse de los trabajos oficiales de Weimar, emprendió un viaje (más bien una fuga) a Italia. Durante dos años vivió los momentos más felices de su vida, pues se encontró a sí mismo. De ese periodo datan: ‘Egmont’, ‘Ifigenia en Táuride’ y ‘Torquato Tasso’.
Cuando regresó a Weimar fue recibido con frialdad por su ausencia de dos años; entonces, se aisló y recogió en su casa a una modesta florista (Cristiana Vulpius), con quien se casó años después. Asimismo, entabló una profunda y fecunda amistad con Friedrich Schiller -uno de los más grandes poetas de Alemania-, continuó creando obras poéticas, entre ellas ‘Hermann y Dorotea’, y se dedicó a los estudios científicos, dando las siguientes obras: ‘La metamorfosis de las plantas’, ‘Aportaciones a la óptica’ y ‘La teoría de los colores’.
SU OBRA GIGANTESCA: FAUSTO
Goethe no descansaba. Producía constantemente: inclusive compuso sonetos, inspirado por el amor de una adolescente llamada Minna Herzlieb, lo que no le impidió, tiempo después, enamorarse de Marianne von Willemer, inspiradora de una colección de poesías según modelos persas, titulada ‘Diván de Oriente y Occidente’, que comprende doce libros publicados entre 1819 y 1827.
La última pasión de este genio de la literatura universal fue una joven de diecisiete años, Ulrike von Levetzow, estímulo, por cierto, para la creación de nuevos poemas: ‘Elegía de Marienbad’ (considerado como uno de los mejores del autor y el más personal, refleja la devastadora tristeza que el poeta sintió cuando fue rechazado por Ulrike -aunque no lo hizo personalmente, sino mediante un amigo-. Comenzó a escribirlo el 5 de septiembre de 1823 en un carruaje que le llevaba de Cheb a Weimar, y lo concluyó a su llegada una semana después. Se lo mostró sólo a sus más allegados. Sorprende que aquella jovencita que rechazó al hombre mayor optase por quedarse soltera el resto de su vida muriendo a los 95 años) y ‘Trilogía de la pasión’, que demostraban la asombrosa vitalidad de este poeta y su potencia creadora, pues Goethe tenía entonces 74 años de edad.
Ya en el ocaso de su vida, Goethe terminó Fausto, libro que había comenzado en plena juventud, cuando solamente tenía veintitrés años. La primera parte apareció en 1808, y la segunda en 1832, poco antes de su muerte.
En Fausto -obra que el mundo sigue admirando-, Goethe no se limitó a exponer un destino (el del protagonista), sino el destino del hombre con sus apetencias y desvíos. En lo que respecta al autor, puede decirse con certeza que tenía una fe inconmovible en su propio genio. Y en ella plasmó todas las ideas, problemas y experiencias de su vida.
El 22 de marzo de 1832, a los 83 años, la muerte lo sorprendió mientras descansaba en un sillón. Sus últimas palabras fueron: “Abrid los postigos, quiero más luz”.
De este genio de la literatura dijo Thomas Mann, otro gran escritor, que “no fue tanto un gran poeta, como un gran hombre en la forma de poeta”.