Los fascismos y la II Guerra Mundial

El fascismo que surge en Italia y el nacionalsocialismo que aparece en Alemania no son lo mismo, pero tienen muchos puntos de contacto.

Los fascismos y la II Guerra Mundial

Los fascismos se sienten poseedores de nuevos principios filosóficos y barren con todas las libertades civiles y políticas estableciendo un poder superior a los individuos, concretado en un Estado dominador y absorbente. Conciben la política como un misterio, por encima del hombre corriente, apto para élites, por su inspiración o genio patriótico.

El fascismo, que surge en Italia desde 1922 (Mussolini) y el nacionalsocialismo, que aparece en Alemania en 1933 (Hitler) no son lo mismo, pero tienen muchos puntos de contacto: mantienen un sistema político similar y utilizan unos resortes sentimentales, para la movilización y el convencimiento popular, muy parecidos. Los une el deseo empresarial de frenar el avance obrero, el sentimiento nacionalista, el temor de las clases medias, la derrota en la guerra, la humillación (en el caso alemán) del Tratado de Versalles… Ambos nacen como producto de dos crisis económicas (1921 y 1929) y vienen a solucionar el paro obrero, las agitaciones sociales y la economía nacional, dando una nueva fe patriótica a alemanes e italianos, y realizando grandes obras públicas y una fuerte industrialización.

Podemos buscar sus antecedentes en las tesis corporativas que pretendían sustituir el sistema de partidos por agrupaciones profesionales, y el Parlamento por una Cámara representante de intereses económicos y no de ideologías. Pero en el corporativismo, a pesar de sus esfuerzos separando un sector empresarial y un sector obrero en sus organizaciones, al estar agrupados en una misma estructura, los patronos llevan, de hecho, el control de los poderes de decisión. Para evitarlo, sólo hay una salida: crear una poderosa burocracia que controle todo el sistema y un Estado muy fuerte por encima de todos los intereses. Esto, en definitiva, no es sino la dictadura de un Estado totalitario en donde, por otro lado, las empresas siguen siendo las dueñas del poder y los obreros quedan sujetos dentro de un rígido sistema.

EL FASCISMO
Con estas premisas surge el fascismo en Italia. Una Italia que, aunque venció en la guerra, quedó parcialmente destruida y con su economía destrozada. Y desea una solución de recambio. En 1920 hay dos millones de obreros en paro o en huelga. En 1922 estalla una gran huelga general. El capital y la burguesía tiemblan. Y Mussolini, un exsocialista que dirigía un grupo nacionalista de camisas negras, envía un ultimátum al rey Víctor Manuel: la solución es el fascismo.

Benito Amilcare Andrea Mussolini (1883-1945) fue un periodista, militar, político y dictador italiano.En octubre organiza la marcha sobre Roma. Obtiene el poder y poco después, en 1925, se convierte en un dictador al promulgar un decreto por el que se irroga facultades para proclamar y derogar normas jurídicas. Él es ahora, la ley. Se organiza el sistema corporativo. El Estado ordena el trabajo, que se hace obligatorio (las grandes obras públicas serán típicas de estos sistemas). La huelga, los sindicatos libres, son prohibidos. El partido fascista controla todo. Sus milicias voluntarias de seguridad nacional actúan violentamente contra sus enemigos políticos. Todos los partidos son suprimidos. La Cámara de diputados también. Será ahora una Cámara del fascio y de las corporaciones. Una rígida censura controla los medios de comunicación. Y comienza un imperialismo grandilocuente (Etiopía, Libia, Albania…) mientras, como en toda dictadura, triunfa el orden público y hay un ascenso económico evidente.

Se desprecia la democracia, la libertad, la igualdad. Se exaltan exageradamente virtudes elementales y primarias: el heroísmo, el sacrificio, la jerarquía, el deber, la disciplina… Hay toda una mística, fanática e irracional. Se halaga el idealismo juvenil. Hay un culto al pueblo, a la nación. Se revive el mito del Imperio romano, se rinde pleitesía al superhombre, al líder conductor, al héroe que vive peligrosamente y acaba en tragedia, como así ocurrió. Es, en definitiva, una versión político-social, muy retrasada, de la mentalidad romántica. Apoyándose en filosofías del siglo anterior (Nietzsche, Carlyle, Schopenhauer), Mussolini (el Duce) y Hitler (el Führer) conducirán a sus pueblos, efectivamente a la tragedia.

EL NACIONALSOCIALISMO
En Alemania, en 1933, tomarían los nazis el poder, organizando parecido sistema al de Italia.

Adolf Hitler (1889-1945).Aquí la exaltación es mucho mayor. Se predica el mito de la raza germánica con un destino a cumplir sojuzgando a las demás razas del mundo. Se organizan campos de concentración para un “enemigo secular”: los judíos. Se crea la teoría del “Lebensraum”, del espacio vital, para justificar la ambición de poder y la agresión imperialista a otros pueblos como Austria, Checoslovaquia o Polonia. Se monta una hábil propaganda, se manipula al pueblo de forma casi hipnótica, a base de grandes desfiles paramilitares, muchas veces por la noche, con antorchas, en medio de emblemas, banderas desplegadas al viento y discursos incendiarios de un líder dotado de un carisma providencial. Mientras tanto, se organiza una poderosa industria militar.

En 1939 estalla la Segunda Guerra Mundial. Cinco años después Hitler se suicida, resistiendo en el último minuto, en el último reducto, en su búnker berlinés. Mussolini muere asesinado. Y Europa queda destrozada y en ruinas.

BREVES RETAZOS DE LA II GUERRA MUNDIAL
Grandes desfiles, emblemas, banderas desplegadas al viento y discursos incendiarios de un líder carismático son características del nazismo.El orgullo agresivo de los nazis y su teoría del “Lebensraum” les lleva a la anexión de Austria (el “Anschluss”), de parte de Checoslovaquia, del “corredor de Danzig” en Polonia… Este último episodio desencadena la Segunda Guerra Mundial. Frente al “Eje” (Alemania e Italia) se sitúan prácticamente todos los países europeos.

La guerra comienza en 1939. Es la “guerra relámpago”. Todo el Occidente, de Noruega a los Pirineos, es dominado por Alemania.

Desarrollo de la Segunda Guerra Mundial en Europa (durante el período 1939-1941).En 1940, Inglaterra, dirigida por Churchill, se dispone a resistir una previsible invasión. La isla es bombardeada terriblemente. Al mismo tiempo Alemania invade los Balcanes y a renglón seguido, la Unión Soviética. Mientras, el Japón, aliado con el Eje, destruye la escuadra americana en Pearl Harbor. La guerra abarca así a todo el mundo. Se lucha tanto en el desierto del Sahara (el “Afrika Korps” de Rommel) como en las islas del Pacífico.

En 1942 la guerra cambia de signo. El inglés Montgomery derrota a Rommel en África.

En 1943, los rusos obtienen una resonante victoria en el cerco de Stalingrado. Al año siguiente, bajo la dirección de Eisenhower se produce el desembarco de Normandía. Los rusos avanzan por el Este. En 1945 Alemania acepta la paz sin condiciones.

En el Pacífico, la bomba atómica, arrojada sobre Hiroshima y Nagasaki, obliga a firmar la paz a un Japón en declive.

Acabada la guerra, el terrible y vil comunismo -el sistema político que más muertes ha causado en el mundo con una cifra superior a los cien millones- se extiende por el oriente europeo y en 1949 Mao Tse-tung lo impone en China. Comienza así el duro periodo de la “guerra fría” que enfrentará a USA y la URSS por el dominio del mundo.

El "cómo me llamo" marca nuestra vida. El nombre es nuestra tarjeta de presentación, aquello que para bien o para mal nos distingue de la masa. Nos singulariza aunque, a veces, en demasía. Lo que para unos es motivo de orgullo, parte esencial de su ser, incluso un fragmento de su propia alma, para otros es una pesada carga difícil de llevar y dura de soportar.

Los libros malditos. Una maldición ancestral pesa sobre algunos libros desde el momento mismo de su invención: a través de los siglos han existido siempre grupos o individuos empeñados en destruirlos. Así, cantidades ingentes del patrimonio cultural de la humanidad ha sucumbido a manos de estos exterminadores del conocimiento.

Reglas de oro para ser feliz en pareja. Tener desavenencias no significa que no haya cariño, sino simplemente que hay distintas maneras de ver una misma realidad. Nunca hay que perder el respeto a la libertad del otro. Muchas parejas han fracasado porque uno de sus miembros, el hombre o la mujer, está convencido de que el amor puede cambiar a la otra persona.




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