Los estigmas de Teresa Neumann

Los espectaculares estigmas que sufrió Teresa Neumann desde 1926 hasta 1962 fueron motivo de intensa polémica ya que rememoraban, con claridad, las heridas sufridas por Jesús en la cruz.

Los estigmas de Teresa Neumann

En la pequeña localidad bávara de Konnersreuth, en Alemania, junto a la frontera de la antigua Checoslovaquia, vivió Teresa Neumann, una mujer de condición social humilde y de escasa cultura.

Casa de los padres de Teresa Neumann, en donde nació ella.Hija de sencillos campesinos, Teresa nació una noche de Viernes Santo, el 8 de abril de 1898. Creció sana y fuerte, como una campesina de su tiempo, y pudo ocuparse de los trabajos de la casa cuando los hombres marcharon al frente durante la Gran Guerra.

Era muy religiosa, ferviente creyente en Cristo, y presentaba un comportamiento sumiso casi masoquista. (En realidad, el pueblo entero era un centro de piedad muy difícil de igualar: la población cesaba en su actividad tres veces al día, cuando las campanas de la iglesia tocaban. Todo se detenía. La sala de baile que en su día abrió cerraría en 1928, y los carnavales no se celebraban. Las misas de los días de diario rebosaban de fieles, y apenas se distinguían de las misas de los domingos.)

Teresa Neumann a los 4 años de edad.La joven Teresa trabajaba como sirvienta en una granja. La mañana del 10 de marzo de 1918, al ayudar a acarrear cubos de agua para intentar apagar el incendio de otra granja, se mojó y se desvaneció. Fue presa de una extraña enfermedad que empezó por un dolor en la región lumbar, derivó en una luxación de columna y acabó paralizándola sin poder caminar.

MISTERIOSA ENFERMEDAD
Teresa Neumann fue presa de una extraña enfermedad sin causa aparente que acabó paralizándola sin poder caminar, dejándola más tarde ciega y sorda además.Teresa fue ingresada en la residencia hospitalaria de Waldsassen. El origen de su insólita enfermedad nunca fue hallado. Según el Dr. Ewald Wunderle, su causa era producto de una crisis nerviosa derivada de las penurias familiares sufridas tras finalizar la I Guerra Mundial, y que estuvo psíquicamente latente durante cuatro años (de los 16 a los 20). Teresa sufriría, pues, según esta opinión, las consecuencias de la pobreza de una familia de once hermanos, en la que ella era la mayor. Su proceso represivo se manifestó somáticamente a través de un cuadro histérico en el incidente del fuego, que produjo el colapso psicomotriz en su cuerpo. Posteriormente, como consecuencia del mismo colapso psiconervioso, Teresa se quedó ciega y sorda. Al no poder tratarla, fue enviada a casa.

Cuando Teresa era tratada por el Dr. Seidl con pomadas, ungüentos u otras medicinas, su cuerpo respondía mal y sus dolencias se agravaban todavía más.

Por orden de su confesor, el reverendo Naber, párroco de la localidad, suprimieron el tratamiento médico. Progresivamente, la enfermedad fue derivando hacia una neurosis de conversión religiosa en la que se transfería las culpabilidades de Jesús y sus sufrimientos.

Teresa Neumann después de la curación (1926).Se alimentaba cotidianamente con un poco de agua y algunos fragmentos de una hostia consagrada que le traía el párroco. Un día, entre sueños, le pareció ver que alguien tocaba su almohada. Abrió los ojos y de inmediato se dio cuenta de que había recuperado la vista, aunque seguía paralizada. Habían pasado cinco años y era el día de la beatificación de santa Teresita de Lisieux. Cuando poco tiempo más tarde estuvo a punto de perder un pie, rogó su curación al ver el dolor de su madre por ella y se hizo poner un pétalo de rosa que había estado en contacto con las reliquias de santa Teresita; su pie sanó de inmediato.

El 17 de mayo de 1925 -siete años después- y durante una visión mística, tras ser llamada por una voz y una luz, plena de amor, Teresa Neumann se curó de la dolencia vertebral. Ese día era el de la canonización de santa Teresita de Lisieux (1873-1897, carmelita descalza y doctora de la Iglesia católica). Poco a poco (en otras visiones sufridas el 30 de septiembre y el 13 de noviembre de 1925) sus extraños males fueron desapareciendo de la misma forma misteriosa en que habían aparecido.

VISIONES MÍSTICAS
Teresa Neumann en una fotografía de un Viernes Santo.El 13 de febrero de 1926, Teresa Neumann padeció la gran visión de Jesús, mientras sufría arrodillado en el Huerto de los Olivos y, más tarde, cuando fue crucificado. El Viernes Santo de 1926, bajo estado de trance, revivió intensamente la Pasión de Cristo, hasta el extremo de que en su cuerpo aparecieron estigmas. Durante el estado de éxtasis, Teresa pronunció algunas palabras en arameo (lengua que desconocía), que supuestamente correspondían a las mismas palabras que Jesús pronunció en la cruz. Se estableció una especie de comunicación mediúmnica entre Teresa y Jesús durante el trance de la crucifixión de este.

Afluencia de visitantes delante de la casa paterna durante los sufrimientos de un Viernes Santo.Las llagas y heridas surgieron en su cuerpo en los mismos lugares que las tuvo Jesucristo. Las heridas provocaban hemorragias abundantes que al cesar se cubrían por costras delgadas, para volverse a activar intensamente durante las sucesivas Semanas Santas.

ESTIGMAS INEXPLICABLES
Los estigmas eran heridas y llagas auténticas distribuidos por su cuerpo en la forma que los padeció Jesús.Los estigmas eran heridas y llagas auténticas distribuidos por las manos, los pies, los costados y la frente. Todos ellos se correspondían con las heridas que mediante clavos, lanzas y corona de espinas le hicieron a Jesús. Las copiosas hemorragias continuaron durante más de tres décadas consecutivas cada Viernes Santo. Las pérdidas de sangre abarcaban toda la Semana de la Pasión, desde el viernes hasta el domingo, momento en que misteriosamente cesaban y Teresa volvía a recuperar cierta normalidad.

Las pérdidas de sangre abarcaban toda la Semana de la Pasión, desde el viernes hasta el domingo, momento en que cesaban y Teresa volvía a recuperar cierta normalidad.Durante estas extraordinarias hemorragias, la mujer llegaba a derramar medio litro de sangre en cada ocasión, y perdía hasta cuatro kilos de peso. A partir de julio de 1927 incluso producía lágrimas de sangre y sudaba gotas de sangre. El resultado de las hemorragias, unido a que prácticamente no tomaba alimentos sólidos, provocaba situaciones de anemias graves, que le impedían levantarse de la cama, así como una extrema falta de vitalidad. En condiciones normales, tenía que haber muerto, aunque inexplicablemente Teresa Neumann no moría.

Esta situación fue considerada milagrosa por el obispo del lugar, quien estaba asombrado ante las prodigiosas heridas que rememoraban las mismas de la crucifixión de Jesús. La situación de paranormalidad biológica en que se encontraba Teresa estuvo constantemente vigilada por el Dr. Weisl. Se formó una comisión de estudio de los fenómenos que detectó que la producción de los estigmas se debía a heridas de viejos clavos invisibles, de configuración planiforme y cuadrangular. Los clavos sólo existían a nivel psicógeno en su mente, parodiando psíquicamente los clavos que debieron causar las heridas de Jesús. Los inexistentes clavos inferían en el organismo de la vidente, convirtiendo lo imposible en realidad. Eso dijeron.

Pero Teresa Neumann también manifestaba un conocimiento sobrenatural acerca de distintas cuestiones. Distinguía sin dudarlo una hostia consagrada de otra que no lo estaba, y cuando en alguna ocasión se le presentó un falso sacerdote sin serlo -e incluso un hombre vestido de obispo-, le afeó duramente su conducta.

Durante treinta y cinco años estuvo privada de tomar alimento alguno. Una comisión eclesial, ordenada por el obispo de Ratisbona y formada por médicos y religiosas, la vigiló durante quince días sin dejarla nunca sola, en el verano de 1927. El control de peso arrojaba 55 kilos al comienzo de la prueba, y exactamente el mismo peso al finalizar esta. Las enfermeras y los médicos que la habían vigilado durante esas dos semanas juraron que no había comido ni bebido nada en absoluto.

Teresa comulgaba en ocasiones estando en soledad. Hay abundantes testigos de comuniones sin que nadie se acercara a Teresa; a veces, la hostia se materializaba en su boca, y en alguna ocasión fue el propio Cristo quien le dio de comulgar.

Tuvo visiones de difuntos de su propia familia, como su madre y un hermano pequeño que vinieron a recoger a su hermana muerta y posteriormente a su padre. Algunas almas se le aparecían y le pedían que rezase por ellas; también vivió episodios de la historia sagrada con frecuencia.

Hay igualmente testimonios de bilocación de Teresa. El padre Naber fue testigo de algunas de ellas, con no poca sorpresa por su parte. También un hermano. Teresa asistió al Congreso Eucarístico de Múnich, poco antes de morir, en 1960, y antes lo había hecho en 1938 al de Budapest -donde había estado un hermano-, a la apertura del Año Santo en Roma, a la proclamación del dogma de la Asunción de María el 1 de noviembre de 1950 y a distintas solemnidades en santuarios marianos diversos. Todo ello mientras permanecía en Konnersreuth. Levitó al menos en dos ocasiones de modo público, y en una de ellas lo hizo delante de un grupo de sacerdotes y a unos veinte centímetros del suelo.

MISTERIO HASTA EL FIN
Teresa Neumann amortajada.Teresa Neumann murió el 18 de septiembre de 1962, mientras seguía manifestando sus estigmas. Científicos de todo el mundo estudiaron los síndromes de su misteriosa enfermedad. Los incontables profesores y doctores que la observaron y trataron a lo largo de los años no pudieron llegar a ninguna conclusión definitiva sobre los procesos internos que hicieron posible esta manifestación parabiológica de fenómenos incontrolados. Conviene apuntar, a modo de ejemplo, que en 1937 fue sometida a una prueba durante un éxtasis: se le aplicó sobre los ojos un rayo lumínico de una intensidad insoportable, que podría haberla dejado ciega en condiciones normales. Teresa ni siquiera pestañeó.

Tumba de Teresa Neumann, cementerio de Konnersreuth.Por su parte, la Iglesia no se atrevió a considerar los hechos relatados como milagrosos. Una comisión de seis especialistas formada por científicos y expertos teólogos estudió a Teresa Neumann en su casa, durante la Semana Santa de 1928. No pudieron determinar que fuera Dios u otra divinidad quien los produjera.

No obstante, quedaron numerosos estudios de rigor realizados de su caso, así como un sinnúmero de testimonios de quienes vivieron sus increíbles experiencias e incluso cuantiosas imágenes gráficas de sus éxtasis, llagas en manos y pies o sus heridas de la espalda. Pasó por el tormento de la efusión de sangre unas setecientas veces a lo largo de su vida, en especial los Viernes de Cuaresma, en los que la sangre igualmente corría por sus ojos y mejillas. De este modo, posteriores revisiones del fenómeno hicieron que Teresa Neumann fuese declarada Siervo de Dios por la Iglesia católica en el año 2004 y entrara en proceso de beatificación.

El "cómo me llamo" marca nuestra vida. El nombre es nuestra tarjeta de presentación, aquello que para bien o para mal nos distingue de la masa. Nos singulariza aunque, a veces, en demasía. Lo que para unos es motivo de orgullo, parte esencial de su ser, incluso un fragmento de su propia alma, para otros es una pesada carga difícil de llevar y dura de soportar.

Los libros malditos. Una maldición ancestral pesa sobre algunos libros desde el momento mismo de su invención: a través de los siglos han existido siempre grupos o individuos empeñados en destruirlos. Así, cantidades ingentes del patrimonio cultural de la humanidad ha sucumbido a manos de estos exterminadores del conocimiento.

La Atlántida, el paraíso perdido. Una isla misteriosa y un pueblo fundador de una cultura brillante. El continente de la Atlántida continúa siendo uno de los enigmas más sorprendentes de la historia. Si es cierto que existió, fue una civilización como no ha habido nunca otra igual. ¿Hubo algo de verdad? ¿Encontraremos algún día restos que den sentido a los testimonios?




MUY IMPORTANTE: Revista CAOS se define a sí misma como una web solidaria, es por ello que desinteresadamente deseamos lanzar una campaña de concienciación de nuestros corazones. Observamos con desasosiego que estamos perdiendo humanidad. Salvo en situaciones muy concretas de gran resonancia mediática, cada vez nos cuesta más mostrar afecto por el desconocido, ofrecer ayuda si a cambio no vamos a sacar una contrapartida por pequeña que esta sea… y resulta intolerable. No podemos hacer de este mundo algo tan horrible, tan egoísta, tan frío, tan falto de vida, por ello animamos a todo aquel que visita nuestra página a una reflexión sincera que le empuje a activarse y participar en alguna asociación de ámbito local que ayude a los más necesitados, a los faltos de recursos, ancianos, niños, discapacitados, enfermos terminales, que se preocupe por el cuidado del medioambiente, en contra de la crueldad con los animales… Y no hablamos sólo de dinero: dona ropa, sangre… levanta la vista, deja el teléfono móvil por un rato y ofrece tu tiempo, amistad, apego, conocimientos profesionales… No hacemos publicidad de ninguna entidad en concreto para que cada cual escoja aquella que le haga sentir más a gusto y de ese modo asuma la causa ajena como propia. Estamos seguros que si cada uno de nosotros pone un pequeño granito de arena en su entorno, todos juntos, por extensión, haremos de este planeta un lugar mejor, un rincón del cosmos donde realmente merezca la pena vivir; y de paso erradiquemos ese mal humor perpetuo, esa falta de educación y ausencia de empatía que inunda las calles de nuestros barrios y ciudades. En nombre de todas esas personas a las que a diario regalas lo mejor de ti mismo y la mayor de tus sonrisas, de corazón: muchas gracias.

Deje su opinión

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

16 − cinco =