Los castillos

Recintos fortificados que se construyeron principalmente durante la Edad Media, resultan hoy objetos de orgullo arquitectónico siendo comparados con las catedrales.

Alcázar de Segovia (España). Con sus techos cónicos, parece un castillo de los cuentos de hadas. Construido en el siglo XI por el rey Alfonso VI como fortaleza hispano-árabe sobre los restos de algún castro de la época romana, ha servido como palacio real, prisión estatal, centro de artillería, academia militar y museo.

Castillo de Coca (Segovia, España). Fortificación militar de estilo gótico-mudéjar del siglo XV. Típico ejemplo de fortaleza española, por su solidez y austeridad, construida sobre la explanada de una zona escarpada.

Castillo de La Mota (Valladolid, España). Fue uno de los primeros castillos adaptados al uso de la artillería en Europa. La torre del homenaje, con cinco pisos en su interior, tiene una altura de casi 40 metros. Archivo de la Corona y prisión real, entre sus presos más ilustres destacan César Borgia y Hernando Pizarro.

Castillo de Frías (Burgos, España). Su primera mención data del año 867. El origen está en el alto valor estratégico que desempeñó en la lucha contra los musulmanes y su papel como fortaleza defensiva. En la segunda mitad del siglo XV se adapta al uso de la artillería, con la apertura de cañoneras y troneras.

Castillo de Angers (Francia). La fortaleza consta de casi 600 metros de circunferencia, y está protegida por diecisiete torres. Sus paredes abarcan 25.000 m². Durante la II Guerra Mundial los bombardeos aliados alcanzaron un depósito de munición cuya explosión dañó sus murallas.

Castillo de Azay-le-Rideau (Francia). Fue construido en una isla en medio del Indre entre 1518 y 1523 bajo el reinado de Francisco I. Está rodeado por un jardín de paisaje parecido a un parque inglés que permite disfrutar de la magia de sus fachadas de piedra cincelada reflejándose en el agua.

Castillo de Chenonceau (Francia). Incluye varios jardines, un parque y una plantación vitivinícola. El castillo, que sustituyó a otro anterior, no sólo posee importancia en tanto que obra de arte, sino que además ha gozado de una activa presencia en la historia francesa.

Castillo de Fénis (Italia). Situado en el valle de Aosta, el castillo fue construido a mediados del siglo XIII, pero modificado y terminado hacia el año 1350. Con numerosas torres y una doble cinta de muralla almenada que rodea el edificio central, representa perfectamente el arquetipo de castillo robusto y fantasioso.

Castillo del Monte (Italia). Fue levantado entre 1240 y 1250 en tiempos del emperador Federico II y se caracteriza por su planta octogonal. Se encuentra conscientemente sobre una colina, no solamente para tener ventajas estratégicas en caso de guerra, sino también para crear una sensación de mayor altura. En esta fortaleza permaneció cautivo el infante Enrique de Castilla "el Senador".

Castillo de Kronborg (Elsinor, Dinamarca). Su historia se remonta a la fortaleza Krogen, construida en la década de 1420 por el rey danés Erico de Pomerania. Este insistió en el pago de un peaje por todos los buques que deseasen entrar o salir del mar Báltico, y para ayudar a cumplir sus demandas se construyó una poderosa fortificación fundamentándola en una serie de edificios dentro de un muro que la rodeaba. Adquirió su nombre actual en 1585, cuando fue reconstruido por Federico II en un magnífico castillo renacentista.

Castillo de Neuschwanstein (Baviera, Alemania). Se levantó en una época en que los castillos ya no eran necesarios desde el punto de vista estratégico. Nació en la imaginación de Luis II como pura fantasía romántica de una fortaleza medieval idealizada. Es una composición de torres y muros que pretendía armonizarse con las montañas y lagos que la envuelven. Su diseño no es funcional, sino estético.

Castillo de Windsor (Inglaterra). Su origen fue un castillo medieval comenzado a levantar en el siglo XI, tras la conquista normanda de Inglaterra por Guillermo I el Conquistador. Desde tiempos de Enrique I de Inglaterra (siglo XII) ha sido habitado por numerosos monarcas británicos, lo que lo convierte en el palacio europeo habitado de mayor antigüedad.

Los castillos

Los castillos eran recintos fortificados que se construyeron principalmente en la Edad Media. En ellos vivían los señores feudales con sus familias, pero en épocas de guerra acudían a refugiarse también los vasallos y campesinos de los alrededores. Testigos de cruentas luchas entre cristianos, bárbaros y musulmanes, o de tensiones internas entre la nobleza y la monarquía, los castillos medievales dejaron de ser sólidas fortalezas al aparecer las armas de fuego, cuyos proyectiles podían derrumbar sus muros, y desde el siglo XVI, con el ocaso del feudalismo y la consolidación de las monarquías absolutistas, se transformaron en residencias más lujosas y confortables.

SU ORIGEN
La palabra castillo viene del latín castellum, que significa “pequeño recinto fortificado”. Las primeras fortificaciones (castros), junto con claras evidencias llegadas hasta nuestros días del uso de empalizadas y fosos, se remontan al Neolítico, cuando eran construidos con barro en lo alto de promontorios para defenderse. Poco a poco se fueron sumando otros componentes en su elaboración, como piedra o adobe, según la disponibilidad de materiales o las necesidades defensivas, dando paso con ello a los oppidum, término genérico que designa un lugar elevado cuyas defensas naturales se han visto reforzadas por la intervención del hombre. Se establecían, generalmente, para el dominio de tierras aptas para el cultivo o como refugio fortificado que podía tener partes habitables.

El primitivo castillo constaba de un torreón de madera rodeado por una empalizada y un foso.Los antiguos propietarios romanos solían fortificar sus viviendas de campo, y los soldados romanos también construían, en los territorios que conquistaban, pequeños fuertes que estaban rodeados por una empalizada de madera y un foso lleno de agua. Con la tierra extraída del foso se formaba un montículo artificial que facilitaba la defensa, y allí se levantaban las habitaciones y una torre para vigilar los alrededores y advertir la llegada de los enemigos. Aunque primitivas, eran efectivas y se requería del uso de armas y otras técnicas de asedio para superar tales defensas.

Los bárbaros aprendieron de los romanos a construir este tipo de fortalezas, y hacia el siglo X la piedra reemplazó a la madera, dando mayor solidez y altura a tan monumentales edificios.

EL CASTILLO, UN CONJUNTO DE FORTIFICACIONES
El castillo no sólo cumplía funciones puramente castrenses, sino que como se ha dicho servía también de residencia a los señores de la nobleza y a los propios reyes. Su objetivo era, pues, dificultar los asedios y ataques a los centros de poder. Si se analizan las partes de un castillo (agrandar imagen que sigue) se observa que, en suma, son un conjunto de fortificaciones. Si bien podía estar enclavado en núcleos urbanos, por lo general se edificaban en lugares altos, sobre colinas, promontorios rocosos… etcétera, y si era posible, próximos a un curso de agua para su abastecimiento y dominar de esta manera los alrededores, desde donde podía organizarse no sólo su propia defensa sino la de las villas que de él dependían.

Representación de las partes principales de un típico castillo medieval.Al llegar desde la campiña se encontraba la primera fortificación, llamada barbacana, rodeada de una fila de estacas de madera sólidamente unidas. Protegía puertas, cabezas de puente o cualquier otro lugar que fuese punto débil. Luego estaba el foso, profundo y lleno de agua, que rodeaba las gruesas y altas murallas de piedra. En lo alto de la muralla estaba el camino de ronda por el que podían circular los soldados o la población sitiada, que desde allí arrojaban proyectiles resguardándose tras las almenas, siendo estas cada uno de los salientes verticales y rectangulares dispuestos a intervalos regulares que coronan los muros perimetrales del castillo. Asimismo, delante de las almenas había galerías con hendiduras desde donde se podía arrojar piedras y agua o aceite hirviendo sobre los enemigos. Estos orificios, igualmente permitían a los soldados transmitir órdenes o apagar las llamas si se prendía fuego a la puerta.

Arquera vista desde el interior de la que se observa cómo se va estrechando.Para entrar en el castillo se atravesaba el foso por un puente levadizo, que estaba sostenido por cadenas y que se alzaba cuando quería interrumpirse la comunicación, cerrando así la entrada. Al pasar el puente se llegaba a la puerta, defendida por un rastrillo de hierro; bastaba dejar caer este para impedir el paso. La entrada estaba flanqueada por dos torres con vigías y soldados; en realidad las torres eran pequeños fortines provistos de víveres y armas como para resistir si caían otras partes del castillo. El paso a través de la puerta de entrada se alargó para aumentar la cantidad de tiempo que un agresor tenía que soportar bajo el fuego en un espacio cerrado sin que apenas pudiera tomar represalias. Para ello se generalizó también el uso de aspilleras, unas aberturas verticales, estrechas y profundas practicadas en las torres para eliminar los ángulos muertos en las fortificaciones y permitir disparar flechas con arcos o bien con ballestas. Tan delgadas ranuras se ensanchaban hacia el interior, de modo que se facilitaba su finalidad y a la vez se protegía al arquero mientras lanzaba los proyectiles. Tras franquear la entrada se llegaba al primer patio, rodeado de construcciones como graneros, bodega, capilla, cocina, caballerizas, corrales, etc. En los grandes castillos, este patio se convertía en un pequeño pueblo cuando se refugiaban los campesinos con sus enseres y animales en caso de guerra.

Los castillos dejaron de ser sólidas fortalezas al aparecer las armas de fuego.Luego se pasaba al edificio principal o torreón, que, a veces, estaba circundado por un foso. En el torreón o torre del homenaje vivían el señor y su familia. Allí tenían sus habitaciones y una amplia sala donde se celebraban festines y reuniones. Se encontraba en la posición más abrigada en relación con un posible ataque exterior, de forma que si sucumbiese el resto de las defensas, esta torre proporcionase un último y desesperado refugio, y generalmente es más alta que el resto del conjunto. En los subterráneos se hallaban las prisiones, oscuras y húmedas, e incluso pasadizos secretos de huída reservados a la nobleza; y en la parte más alta del torreón estaba la atalaya, desde donde se vigilaban los alrededores. El interior era rústico y el mobiliario muy simple, y en épocas de paz el castillo era un lugar relativamente tranquilo, con pocos residentes y centrados principalmente en el mantenimiento del edificio.

CASTILLOS FAMOSOS
Palacio de los reyes de Navarra de Olite (España), se construyó entre los siglos XIII y XIV y en su época ya fue considerado uno de los más hermosos de Europa.En la meseta española se construyeron en la Edad Media, especialmente durante la reconquista del territorio ocupado por los musulmanes, numerosos recintos fortificados que terminaron por denominar a toda la región y luego al reino con el nombre de Castilla. Entre ellos se destacan obras tan grandiosas como el castillo de La Mota, en Valladolid, refugio de la reina Isabel la Católica. No menos famosos y espectaculares son el Alcázar de Segovia, que se cree existía ya desde la dominación romana, el de Frías, en Burgos, el de Arévalo, en Ávila, etc. El valle del río Loira, en Francia, es la región donde se conserva gran cantidad de castillos, y allí puede seguirse la evolución de los mismos. Los más antiguos son los de Chinon, Angers, los más modernos, los de Chambord, Villandry, Azay-le-Rideau y Chenonceau. En Gran Bretaña es famoso el castillo de Windsor, residencia de la familia real; en Dinamarca, el de Kronborg, en Elsinor, inmortalizado por Shakespeare en su tragedia Hamlet. Y así podríamos citar otros castillos que aún se conservan como mudos testimonios de la época feudal, a la que proporcionaron su marco característico siendo hoy objetos de orgullo arquitectónico comparables a las catedrales. La invención de las armas de fuego lamentablemente mató a los castillos-fortaleza, pero dio origen a los castillos-palacio, incorporándose a ellos, entre otras características, jardines como elementos ornamentales.

El mágico encanto de las velas. Lo mismo son icono de relax y romanticismo que de la vida y la muerte. Están en todos los ritos, templos y hasta en los cumpleaños, porque de ellas depende que se cumpla un deseo. Siempre envueltas de un halo místico, ¿qué fuerza esconden esas pequeñas llamas que llevan una eternidad hechizando al hombre?

¿Perjudica la salud enamorarse? Enamorarse es un misterioso fenómeno que sume a las personas que lo atraviesan en un estado extraordinariamente explosivo, eufórico, efervescente e... inconsciente. Los enamorados viven casi en éxtasis. Como en una nube. Por encima de las obligaciones y miserias cotidianas. Es una maravillosa sensación que muchos anhelan experimentar.

Reglas de oro para ser feliz en pareja. Tener desavenencias no significa que no haya cariño, sino simplemente que hay distintas maneras de ver una misma realidad. Nunca hay que perder el respeto a la libertad del otro. Muchas parejas han fracasado porque uno de sus miembros, el hombre o la mujer, está convencido de que el amor puede cambiar a la otra persona.




Sobre Manuel García

Autor de artículos y/o colaborador en tareas de dirección o asesoramiento de numerosas enciclopedias y libros educativos de distintas materias y grados.

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