A la cultura griega se la toma como base y fundamento para nuestra cultura de Occidente. Su desarrollo fue tan enorme, que incluso en música su sistema perfecto, teleion, es la base de todo el desarrollo musical posterior.
Pero esto no surgió por generación espontánea. Mucho antes de Euclides, posiblemente desde los tiempos del hexámetro, se fue gestando la teoría musical hasta que con Euclides cuaja en todo un sistema. Pero para entonces habían pasado ya siglos de práctica y perfeccionamiento del sistema. En una primera época, música y poesía van estrechamente unidas y es la era de las atribuciones a los dioses como inventores de los instrumentos. Hermes es el inventor de la lira. La diosa Atenea era la inventora de la trompeta y el aulós, especie de flauta de uno o dos caños; Apolo era el tañedor de lira y prefería los instrumentos de cuerda, en tanto que los de viento estaban destinados al culto de Dionisos, dios del éxtasis, el misticismo y la oscuridad.
La música era una parte integral de la percepción griega de cómo su raza había sido creada y de cómo sus destinos continuaban controlados y observados por los dioses. Por los restos en cerámica y en escultura y, sobre todo, por las fuentes escritas, conocemos el papel que la música desempeñó en su cultura. Sabemos de la importancia de la música en las grandes fiestas de las Panateneas, en los juegos de Delfos, en las Gimnopedias (festividades religiosas y ejercicios de resistencia para los jóvenes espartanos), y en los ensayos dramáticos en el teatro de Dionisos. Por otra parte, la música estaba presente en los entrenamientos deportivos, en las marchas militares, y la kalokagathia consistía en el equilibrio entre la perfección corporal (gimnasia) y la espiritual (la música).
En algunas fiestas solemnes tenían lugar grandes concursos musicales entre los más renombrados virtuosos. Se ha conservado el escrito de una representación llamada pȳthikon, una especie de “música programática” que describe la lucha de Apolo contra la serpiente Pitón: 1.° introducción; 2.° provocación; 3.° yámbico (combate, charanga, imitación de los chirridos de los dientes del dragón); 4.° oración (o celebración de la victoria); 5.° ovación (canto de triunfo). Los instrumentistas más famosos de la antigüedad brillaron en la ejecución de su “pȳthicon”. Pero aunque la interpretación de solos de instrumentos adquirió cada vez más importancia en Grecia, primitivamente la música griega era sobre todo vocal. Las obras líricas de todos los antiguos poetas eran compuestas para ser cantadas. La tragedia griega era un drama en gran parte musical: en ellas cantaban los coros, sobre todo en sus orígenes, como por ejemplo en las obras de Esquilo. En Atenas, las representaciones de tragedias eran ceremonias oficiales y fiestas populares en las que toda la ciudad tomaba parte. Así se explica que el arte musical estuviera asociado a la poesía, a la danza y a la mímica en la antigua Grecia. La danza en el teatro antiguo no se parece a los ballets modernos. Era una danza sin virtuosismo, sin “solos”, sin parejas (los coros de bailes sólo estaban formados por hombres), sin rapidez; era una danza donde el movimiento de las manos y las actitudes del cuerpo jugaban un papel mayor que los pasos de baile.
En una formación integral, enkyklios paideia (enciclopedia), que era como nuestra formación intelectual superior, figuraban las ciencias de la lengua que en el medievo se llamaban trivium, y las ciencias exactas, astronomía, aritmética y geometría, junto con la teoría musical, llamadas en la época medieval quadrivium.
No es fácil una explicación breve de la teoría musical griega; pero resumiendo y condensando mucho, puede afirmarse lo siguiente:
Pitágoras vive aproximadamente entre 570 y 497 a. de C. y a él se le atribuyen los orígenes de la teoría musical griega. Posiblemente fue él el que resumió todos los conocimientos anteriores procedentes de Egipto y Mesopotamia. La enseñanza de la música para los pitagóricos entraba dentro de la disciplina moral que ayuda a una elevación del espíritu. Su escala musical se encuadraba dentro de los elementos estructurales del cosmos en esa “armonía de las esferas” reflejada en el “monocordio” -cuerda tensa- cuya pulsación expresaba dicha armonía.
Los pitagóricos estudiaron sin descanso todo el problema referente a los “intervalos”, llegando Euclides (300 años a. de C.) a poder ofrecer una completa teoría.
La dificultad de la terminología empleada hace que muchos de los escritos sobre música y teoría musical de los griegos nos resulten hoy de difícil comprensión, pero los nombres de Aristóxeno de Tarento (aproximadamente 322 a. de C.) y Platón (en Timeo) irán siempre unidos a la investigación musical griega.
La unidad del sistema sonoro griego era el intervalo de cuarta por ser el salto natural de la voz humana, pero también conocían la octava, que ellos llamaban diapasón. Este intervalo de cuarta lo llamaban tetracordio (tetrachordon) -o, lo que es lo mismo, cuatro cuerdas-. A las dos notas extremas de este tetracordo se las llamaba histotes y eran fijas, en tanto que las dos intermedias (kinoumanoi) eran móviles y podían variarse ocupando diferentes posiciones, produciendo distintos y sutiles cambios.
En cuanto al orden de los intervalos, el tetracordo, que, por consiguiente, constaba de tres intervalos, tenía varias divisiones según fuera el orden primario adoptado. Eran: dorio, frigio y lidio.
Dos tetracordos unidos daban como resultado una escala completa de siete notas distintas.
Tomando las notas blancas de un piano actual como las equivalentes de su escala y siempre contando de las más agudas a las más graves -al contrario de nuestra práctica actual-, tenemos como resultado siete formas modales de la escala: de “la” alta a “la” baja, hipodoria, que más tarde será eolia; de “sol” a “sol” baja, hipofrigia, posteriormente, jonia; de “fa” alta a “fa” baja, hipolidia; de “mi” alta a “mi” baja, doria; de “re” alta a “re” baja, frigia; de “do” hasta “do” baja, lidia; y de “si” alta a “si” baja, mixolidia, posteriormente, hiperdoria. Todos estos nombres de las escalas se deben a los lugares de origen donde se supone que estas se desarrollaron preferentemente. Por último, el centro del sistema de la escala griega se llama mese (nuestra “la”) y, cualquiera de las escalas, al ser transportada para que se acoplara en el espacio limitado de cuerdas de la lira, se llamaba tonos. Por otra parte, el problema de los modos que hemos venido tratando, estaba relacionado con el estado de ánimo de la fiesta musical que se celebraba.
Y es que los himnos poéticos se componían para determinados acontecimientos sociales, por ejemplo para la celebración de una victoria bélica, por lo que la música y el poema reflejaban una situación adecuada al momento histórico concreto que se estaba viviendo, lo que suponía que era inútil conservarlo para acontecimientos venideros, que a buen seguro serían otros, y que explicaría, pese a la importancia que tuvo la música en la Grecia antigua, la pobreza documental de aquella época de la que hoy disponemos. Así pues, las composiciones eran actualizadas constantemente. Palabra, ritmo y música eran siempre adecuadas a las exigencias del momento en cuestión, si bien conservaban una uniformidad de estilo, de estructura métrica, de marcha melódica que garantizaba la continuidad de carácter, aun en las variaciones e improvisaciones. El compositor adecuaba el canto a la ocasión sin modificar los elementos característicos del género, que no debían ser en modo alguno alterados.