El personaje clave de esta escuela es Pitágoras. Nace en Samos alrededor del año 570 a. de C. Por razones éticas y políticas emigra a Crotona, ciudad de la Magna Grecia, probablemente en el 530. Allí funda una secta de carácter místico-filosófica de rígida orientación puritana. Gran matemático y filósofo. Se le atribuyen importantes descubrimientos y teorías que, tal vez, son de sus discípulos. Participa activamente en la vida política con notable influencia, lo que posteriormente le cuesta el exilio. Muere en Metaponto hacia el 497 a. de C.
“Lo que sobre él (Pitágoras) dice es lo siguiente: Habla que al pasar él, en una ocasión, junto a un cachorro que estaba siendo maltratado, sintió compasión y dijo: Cesa de apalearle, pues es el alma de un amigo la que reconocí al oírle gritar.” (Kirk y Raven, n.º 268)
La única doctrina que parece claramente de Pitágoras es la referente al alma. Sostiene la tesis de su preexistencia y supervivencia después de la muerte, y la transmigración a otros cuerpos (metempsicosis).
LA TEORÍA PITAGÓRICA DE LOS NÚMEROS
“Los llamados pitagóricos se dedicaron a las matemáticas… Absorbidos por su estudio, llegaron a creer que los principios de los números eran los principios de todos los seres… Los elementos del número son lo par y lo impar. De estos, el primero es ilimitado y el segundo limitado, y la unidad participa de ambos, porque es a la vez par e impar… Otros pitagóricos admiten diez principios coordinados entre sí… El Universo astronómico entero es una combinación armónica de números.” (Aristóteles: Metafísica, I, 5, 986)
La doctrina pitagórica afirma que el número es el principio de todas las cosas, ya que estas pueden ser formuladas matemáticamente. Las diferencias entre los cuerpos vienen dadas por su forma, dimensión y peso, y esto es traducible en relaciones numéricas y representaciones geométricas. El orden de lo real es mensurable y, por tanto, identificable con el orden numérico. La oposición fundamental en el orden de los números es la del impar-par, y esta oposición corresponde en el campo de los objetos reales a la de límite e ilimitado. En ambos, la unidad viene dada por dichos opuestos. Otros pitagóricos, a partir de una coordinación de diez pares de contrarios hacen derivar todas las variaciones de lo real.
En esta visión pitagórica todo el Universo aparece completamente regulado y en un preciso orden, sólo accesible a la razón; es una combinación armoniosa y concordante de números.
Pero los pitagóricos sostienen además que las cosas mismas son números. Esta última afirmación hace plausible la teoría según la cual estos filósofos conciben los números como extensos y materiales: la unidad es el uno, el dos la línea, el tres la superficie, el cuatro el volumen; de modo que decir que las cosas son números equivale a decir que estas constan de puntos o unidades en el espacio que, tomados en conjunto, constituyen un número. La Tetraktys, según esta teoría, confirma de alguna manera que los pitagóricos consideran los números de la forma expuesta. ¿Qué es la Tetraktys? Para los pitagóricos el número diez es sagrado y perfecto porque es la síntesis de las sumas de los cuatro primeros números y de las cuatro figuras geométricas principales; lo representan en forma de triángulo de diez puntos colocados en cuatro líneas y lo denominan la Tetraktys.
LA SANTA TETRAKTYS PITAGÓRICA
1.La Unidad: Lo Divino, origen de todas las cosas. El ser inmanifestado.
2.La Díada: Desdoblamiento del punto, origen de la pareja masculino-femenino. Dualismo interno de todos los seres.
3.La Tríada: Los tres niveles del mundo: celeste, terrestre, infernal, y todas las trinidades.
4.El Cuaternario: Los cuatro elementos, tierra, aire, fuego y agua, y con ellos la multiplicidad del universo material.
El conjunto constituye la Década, la totalidad de Universo:
4: 1 + 2 + 3 + 4 = 10 = 1 + 0 = 1.
LA ÉTICA PITAGÓRICA
“Llegaron a hacerse especialmente famosas las (manifestaciones) siguientes: en primer lugar, su afirmación de que el alma es inmortal; en segundo lugar, que se cambia en otra clase de seres vivos que, además, vuelven a ocurrir cada ciertos períodos y que no hay nada absolutamente nuevo; finalmente, que todos los seres vivos deben ser considerados parientes. Parece, en efecto, que fue Pitágoras el primero en introducir estas creencias en Grecia.” (Kirk y Raven, n.º 271)
La teoría de Pitágoras de la inmortalidad y transmigración del alma fundamenta la doctrina moral del pitagorismo. Las almas, si viven virtuosamente, manteniendo un equilibrio corporal y moral, se purifican y vuelven, después de la muerte, a reintegrarse a su estado primitivo. La virtud consiste en mantener la armonía interior mediante una serie de purificaciones a través de medios ascéticos e intelectuales, como ciertas prohibiciones y normas de abstinencia (“abstente de comer habas”), algunas prácticas rituales y el cultivo de las matemáticas y la música. Si las almas no viven virtuosamente ni logran el equilibrio interno, se reencarnarán indefinidamente hasta que alcancen la purificación total. Por tanto, la ética pitagórica apunta exclusivamente a obtener, mediante una catarsis corporal y moral, la liberación definitiva de todos aquellos lazos, incluido el cuerpo, que la atan a este mundo.
Esta doctrina coincide con las creencias órficas (relativo al orfismo, religión de misterios de la antigua Grecia), pero añade los medios intelectuales como apropiados para conseguir la purificación del alma.