La escuela eleática toma su nombre de la ciudad de Elea, en la Magna Grecia. Con los eleatas se ponen de relieve por primera vez algunos temas fundamentales de la metafísica en Occidente. Jenófanes, Parménides, Zenón y Meliso son las figuras más representativas.
JENÓFANES: UNIDAD DE DIOS
Procede de Colofón, ciudad jónica de las costas del Asia Menor. Viajero incansable, recorre diversos países mediterráneos recitando sus versos irónicos, en los que critica los excesos en fiestas y solemnidades. Finalmente se establece en Elea, donde muere de edad avanzada.
“Hay un solo Dios, el más grande entre los dioses y los hombres, que no se asemeja a los hombres ni por el cuerpo ni por el pensamiento. Todo entero ve, todo entero piensa; todo entero siente y gobierna todas las cosas sin fatiga, con el poder de su mente.” (Kirk y Raven, núms. 173 y 174)
A juzgar por este texto y algunos fragmentos más que nos quedan de sus poemas, la principal preocupación de Jenófanes es defender la unidad de Dios contra el politeísmo antropomórfico de su tiempo.
Este Dios, que distingue de los tradicionales dioses griegos, está por encima de las cosas humanas y no está limitado por órganos corporales a la manera de los hombres. De ahí que el atributo fundamental de Dios sea la unidad. Aparece claramente que pensamiento y ser no son cosas separables, sino una sola y misma cosa. Jenófanes enuncia de forma clara la unidad del ser y del pensamiento, característica de la escuela eleática. Si esa unidad que radica en Dios implica o no la existencia de un Dios a la manera monoteísta o si habla más bien de un panteísmo monista, es algo poco clarificado en sus textos y de poca resonancia en su concepción filosófica.
PARMÉNIDES
Nace en Elea hacia el siglo V a. de C. Parece haber recibido influencias de Jenófanes y los pitagóricos. Escribe un gran poema en hexámetros, del que se conservan la introducción, numerosos fragmentos de la primera parte y pocos de la segunda.
“Y la diosa me recibió benévola, cogió mi mano derecha con la suya y me habló diciéndome: ‘Oh joven…, es preciso que aprendas todo, tanto el imperturbable corazón de la Verdad bien redonda como las opiniones de los mortales, en las que no hay verdadera creencia’.” (Kirk y Raven, n.º 342)
El Poema, como ya se ha dicho, consta de tres secciones: un prólogo y dos partes. El prólogo, en forma de alegoría, describe la visita a la diosa de la sabiduría, la cual explica al filósofo los dos caminos que hay en la vida. En la primera parte expone el “camino de la verdad” (alezeia); en la segunda, expone el camino equivocado, que es el “camino de la opinión” (doxa).
Parménides contrasta los dos caminos y señala que el primero es el más perfecto; sin embargo, debido a la dificultad que encierra su comprensión, los hombres suelen elegir el de la opinión o apariencia, que es el más fácil, porque es el camino de los sentidos. Pero el primer camino, el del Ser, es el único posible.
–EL CAMINO DE LA VERDAD
*Ser y Pensar
“Tú no podrás conocer el no-ser (lo cual no es posible) ni podrías expresarlo… La misma cosa es pensar y ser… La misma cosa es el pensar y pensar que es (el objeto del pensamiento), porque sin el ser, en lo que está expresado, no podrías encontrar el pensamiento.” (Kirk y Raven, n.º 345)
Afirmar que es lo mismo Ser y Pensar quiere decir que sólo se puede pensar el ser, que el ser se puede aprehender sólo por el pensamiento: hay una perfecta identidad entre ambos.
Se puede hablar del ser. Tiene sentido hacerlo objeto del pensamiento. Es más, al pensar pienso el ser; no puedo pensar el no-ser, ya que no existe. Pero, ¿cabe pensar en lo que puede llegar a ser? Parménides dice que esto es una paradoja sin sentido.
Si pienso en algo que puede llegar a ser afirmo que todavía no es. Y, si no es, proviene de la nada. Puedo pensar entonces que proviene del ser. Pero no se puede decir con verdad que proviene del ser, sino que ya es ser. Si tiene origen en el ser es que ya es ser.
Por tanto, no es posible hablar del movimiento, pues si algo se mueve, o proviene de la nada (lo que es absurdo) o proviene del ser (entonces ya es); el movimiento no es más que pura apariencia.
*Cualidades del Ser
“Un solo camino le queda al discurso: que el ser es… En esto hay muchos indicios de que el ser es inengendrado e indestructible, todo completo, único en su especie e inmóvil y sin término.” (Kirk y Raven, n.º 347)
Parménides deja claros dos puntos: que no podemos fiarnos de los sentidos al hablar del ser y que todo lo que expresamos racionalmente del ser lo decimos porque ya es.
Sólo queda un camino: el ser es.
Pero, ¿de qué forma?, ¿qué cualidades tiene ese ser?
Inengendrado e indestructible: El ser no puede comenzar, puesto que tendría que proceder de algo que es o de la nada. En el primer caso no se engendra sino que continúa siendo; el segundo caso es impensable, pues, ¿cómo lo que no es puede engendrar al ser? De la nada, nada sale. Y si no hay término medio entre el ser y el no-ser, también es imposible que el ser se destruya, ya que nada que es puede pasar a no-ser.
Uno en su especie: No puede haber varios seres, porque la multiplicidad supone discontinuidad; ahora, bien entre dos seres discontinuos hay algo o nada. Si hay algo, hay ser y, por consiguiente, no hay discontinuidad sino continuidad. Si nada hay, hay no-ser, y esto es imposible. No puede haber lo que no es. El ser es todo uno.
Inmóvil y sin término: El ser es el todo, y nada hay fuera de él en que pueda moverse. No puede cambiar porque supone adquirir algo que no tiene o perder algo que tiene; cosas imposibles según las tesis anteriores.
Todo completo: Si fuera incompleto se estaría hablando de un ser que carece de algo, en el que hay no-ser. Además, se estaría suponiendo algo diferenciador y se volvería a caer en contradicción, puesto que si hay una diferencia, esta sería una diferencia de ser, y el ser se identifica siempre consigo mismo.
–EL CAMINO DE LA OPINIÓN
“Aquí termino mi discurso digno de fe y el pensamiento en torno a la verdad; de aquí en adelante, aprende las opiniones de los mortales, escuchando el orden engañoso de mis palabras… Así, según la opinión, las cosas han nacido y ahora existen, y continuando, a partir de ahora, después de haber crecido, llegarán a su término: los hombres han asignado un nombre determinado a cada una de estas cosas.” (Kirk y Raven, n.º 353)
Parménides piensa que el ser no tiene una existencia tal como lo perciben los sentidos: múltiple, móvil, plural, particular. Para él, todo esto es un discurso engañoso, opiniones de los mortales.
Así es como funcionan las ciencias físicas: basadas en la apariencia. Por eso hablan de lo que aparece (apariencia) como puro cambio. En realidad, para él, no es más que algo engañoso. En cierta forma, más que negar la pluralidad de las cosas está criticando la ingenua física de los pitagóricos y los milesios.
[quote by=»El ser en Parménides. Kirk y Raven, núms. 348-351″]Ni está dividido, pues es todo igual; ni hay más aquí, esto impediría que fuese continuo, ni menos allí, sino que está todo lleno de ente. Por tanto, es todo continuo, pues lo ente toca a lo ente.
Mira firmemente a las cosas que, aunque lejos, están, sin embargo, presentes a tu mente; pues este no separará lo ente de estar unido a lo ente ni dispersándolo totalmente por todas partes según el orden del mundo ni reuniéndolo.
Por otra parte, inmóvil en los límites de poderosas cadenas, está sin comienzo ni fin, puesto que el nacimiento y la destrucción han sido apartados muy lejos, ya que la verdadera creencia los rechazó. Permaneciendo lo mismo en el mismo lugar, yace por sí mismo y así se queda firme donde está; pues la firme Necesidad lo tiene dentro de las cadenas del límite que por ambas partes lo aprisiona, porque no es lícito que lo Ente sea ilimitado; pues no es indigente de nada, y si lo fuera, carecería de todo.
Pero, puesto que su límite es el último, es completo por doquier, semejante a la masa de una esfera bien redonda, igual en fuerza a partir del centro por todas partes; pues ni mayor ni menor es necesario que sea aquí o allí. Puesto que tampoco es lo no-ente, que le podría impedir alcanzar lo homogéneo, ni es posible que lo ente sea aquí más y allí menos que lo que es, pues es todo inviolable; puesto que, siendo igual a sí mismo por todas partes, está uniformemente dentro de sus límites.[/quote]
ZENÓN DE ELEA: LAS APORÍAS
Discípulo de Parménides, es famoso por su actitud polémica. Reconoce que las tesis de su maestro no son aceptables para la experiencia común sensible. Son célebres sus aporías, argumentaciones sin salida, contra el movimiento.
“Cuatro son los argumentos de Zenón sobre el movimiento que crean dificultades a los que tratan de resolver los problemas que plantean.” (Kirk y Raven, n.º 369)
“El segundo es el llamado de ‘Aquiles’ y consiste en lo siguiente: el corredor más lento no será nunca adelantado por el más rápido; pues es necesario que antes llegue el perseguidor al punto de donde partió el perseguido, de modo que es preciso que el más lento vaya siempre algo delante. Este argumento es el mismo que el que se basa en la bisección, pero se diferencia de él en que no divide en mitades el espacio sometido a sucesiva consideración.” (Kirk y Raven, n.º 373)
Estas aporías se fundan en la infinita divisibilidad del espacio.
Si Aquiles apuesta a correr con una tortuga y le da una determinada ventaja, nunca podrá alcanzarla. ¿Cómo es posible esta contradicción con los sentidos?
Si se supone una velocidad en Aquiles diez veces mayor que en la tortuga, y le da diez metros de ventaja, mientras el primero recorre diez metros la tortuga habrá recorrido uno. Cuando Aquiles recorra ese metro que ahora los separa, la tortuga habrá recorrido un decímetro, de modo que la tortuga siempre llevará a Aquiles la ventaja de la décima parte del trayecto recorrido anteriormente; así nunca la alcanzará. De ahí concluye Zenón que las afirmaciones de la experiencia común, tales como el movimiento, son falsas y rechazables por la razón.